El stress nuestro de cada día
Cada
vez son más raras las personas que pueden asegurar que no se sienten
estresadas. En todas las actividades que realizamos somos susceptibles de tener
estrés: en el trabajo (por una sobrecarga de trabajo, horarios difíciles,
presión por resultados, falta de competencias individuales,…), el hogar (por dificultades
financieras, sobrecarga de tareas sobre una persona, desencuentros con los
hijos o la pareja,…), en el barrio en el que vivimos (por ruidos, inseguridad,
contaminación,…), en los medios de transporte (ruidos, aglomeración de gente,
largas distancias,…) , en las relaciones sociales de todo tipo,… etc.
El
estrés es una demanda, estimulación o agresión que recibe nuestro organismo y
ante la cual tiene que responder, por ejemplo: cuando nos piden de realizar un
trabajo, tenemos que pagar una cuenta, tenemos que trabajar y estamos cansados,
cuando escuchamos un ruido demasiado alto,… etc. Cuando esa demanda es
coherente con nuestra capacidad de
respuesta (más o menos a nuestra medida), decimos que es un buen nivel de
estrés que nos permite hacer las cosas bien (por ejemplo la convicción de ganar
un campeonato le permite a un deportista de obtener buenos resultados), sin
embargo, cuando el estrés es demasiado elevado respecto a las capacidades de
respuesta (ganar un partido cuando no se está suficientemente preparado, por
ejemplo) decimos que estamos ante una situación de estrés que se torna
negativa.
El
estrés no es bueno ni malo en sí mismo, es más una cuestión de intensidad y
permanencia en el tiempo. Un poco de estrés nos agrega “sabor” a la vida,
porque el aburrimiento y la monotonía también generan estrés (por ausencia de
estimulación). Cuando el estrés que soportamos es de una intensidad demasiado
importante para nuestras capacidades de respuesta estamos ante un caso de
sobrecarga de estrés y si esa situación se hace crónica (permanece en el
tiempo) nos va a generar toda una serie de síntomas físicos y psicológicos que
van a hacer que nuestra eficiencia y productividad general disminuya, así como
nuestra calidad de vida; progresivamente
iremos sintiendo cada vez más síntomas, hasta llegar a desarrollar el síndrome del
“quemado” (colapso extremo de síntomas), si no lo tratamos a tiempo.
Los
síntomas que a menudo se observan son numerosos, entre ellos podemos citar:
pérdida de apetito (un comportamiento anoréxico o por el contrario a crisis de
boulimia); problemas de concentración y memoria; desmotivación (pérdida de interés por muchas
cosas), fatiga general, tensión y dolores musculares (cefaleas, contracción y
fatiga de mandíbulas y la nuca,…); ansiedad (problemas de respiración, palpitaciones,
tendencia a morderse las uñas, angustias,…); espiral cognitivo negativo (estoy
estresado, pienso en mi estrés, me estreso más y pienso aún más,… etc); aparición
o aumento de comportamientos adictivos (tabaco, alcohol, drogas, medicamentos,…),
aumento de crisis de asma (en personas que lo sufren), problemas de estómago (aerofagia,
gastritis, estreñimiento o diarreas, ulceras,…etc.) , trastornos graves de
salud a nivel cardiaco y arterial (pudiendo generar accidentes vasculares);
aparición de resfriados y problemas bronquiales a repetición, problemas
sexuales (pérdida de la libido); problemas de la piel (herpes, agravación de
psoriasis y verrugas pre-existentes).
Si
comienza Ud. a sentir algunos de esos síntomas, dígase es que es tiempo de parar
un momento y reordenar su vida: comience por tener una alimentación equilibrada
(con muchas frutas, verduras y productos sanos que le aporten vitaminas y sales
minerales); hacer pausas en su actividad para relajarse (cambio de actividad,
siesta, actividades de esparcimiento); practicar una actividad física (deporte
o ejercicio regular); aprender a hacer más lenta su respiración; hacer el
esfuerzo de ponerse objetivos razonables
y realizables ; tratar de relativizar las cosas que le ocurran,…etc.
Evite
consumir medicamentos y experimentos diversos que apuntar a “curas - milagro”,
que no son eficientes realmente. Es usted el que tiene que retomar el control
de su propia vida. Si no logra disminuir su estrés con las recomendaciones que
acaba de leer, haga una psicoterapia de tipo cognitivo –conductual que ayudará
a lograrlo de manera más sostenible.
Los riesgos de los juegos de dinero
Todos alguna vez
nos hemos dejado atraer por un juego de dinero, un billete de Loteria, una
apuesta en una carrera de caballos, poker, máquinas “tragaperras”,…. Algunos
han convertido el juego en una pasión, otros en una adicción. Los jóvenes y las
personas frágiles (que ya se han “enganchado” a alguna adicción como: alcohol,
tabaco, video juegos, teléfono móvil,…), deben ser particularmente vigilados porque
tienen mayores probabilidades de desarrollar una adicción también de este tipo.
Por la situación
de crisis económica global, parece ser que el número de personas que juegan por
dinero se está incrementando, lo que representa un real riesgo adictivo para la
sociedad, y debiera ser controlado en lugar de volver cada vez es más fácil el
acceso a todo tipo de juegos: múltiples loterías, casinos, máquinas tragaperras
en prácticamente todos los bares, juegos de poker entre amigos, apuestas por
internet,…etc. Cabe señalar que, la excitación por ganar es un fenómeno muy
peligroso y nadie está libre de dejarse atrapar por la adicción, porque todos tenemos
ciertos factores de predisposición a la adicción, pero ciertos los desarrollan
más que otros.
Algunas personas
se inician en el juego por la búsqueda de placer o de excitación porque sienten
que tienen una vida monótona y se aburren (“mi vida no tiene sentido”, “le
falta sal a mi vida”, “todo es demasiado normalito”…); otros lo hacen para “ganarse
algo” rápidamente (“es la crisis, hay que ver de donde se saca algo”) y es
justamente cuando comienzan a ganar que aparece la excitación que esperaban y
el dinero fácil que necesitaban; y rápidamente se van convenciendo que tienen “ciertas
cualidades” que les permite ganar (“soy fuerte en eso”, “yo le gano a la máquina”,
“soy un tipo con suerte”, “soy bueno leyendo las expresiones de la gente,
observándoles adivino las cartas que tienen”, … etc. son algunas de las expresiones
que escuchamos en nuestros pacientes dependientes), y es esa “impresión” de ser
excepcional que representa un factor que facilita el desarrollo de la adicción.
Todos sabemos de
que son juegos de azar, que las posibilidades de ganar o perder no dependen de
la habilidad de jugador sino exclusivamente del azar (los premios están
determinados por la probabilidad estadística de acertar la combinación correcta)
y que cuanto mayor es el premio, menores son las probabilidades de ganar (y eso
lo conocen bien los jugadores!), pero ocurre que cuando van ganando se van excitando
y luego cuando pierden, se opera en ellos, un defecto de percepción por el que
dan mayor atención a “ese algo” excepcional que supuestamente tienen en ellos y
que hará que ganen, y que “recuperen” esa pérdida,…; y es esa perspectiva de
recuperar lo que se perdió que le lleva rápidamente a “engancharse” y entrar en el circulo vicioso de la adicción
al juego.
A veces nos
preguntan por el perfil que tienen los adictos al juego, pero eso es variable;
aunque una constante que vemos en ellos es la falta de placer que tienen en la
vida, son gente que se aburre, más que tener ansias de ganar dinero. Encontramos
una mayoría de hombres en los juegos de
casino, o poker,….., aunque también muchas mujeres de edad mayor que se han
convertido en adictas y pasan varias horas por día a jugar en los casinos y
perder todos los ahorros de su vida. Entre los pacientes que vienen a terapia,
podemos decir que los jóvenes de entre 18 y 25 años tienen problemas menos
arraigados que los jugadores de larga data que pasan los 40 años.
Cabe señalar que, no todos los que juegan son adictos, es posible que haya gente que juegue porque le guste y que va de vez en cuando a jugar a un casino, o compra un billete de lotería,… y que tiene un límite de tiempo y de dinero para jugar, y que por ningún motivo sobrepasa su límite establecido; pero si no logra pararse cuando lo estableció es que tiene un problema, en ese caso debe cortar con toda actividad de juego y si tiene comportamientos adictivos, debe buscar ayuda con toda urgencia. En ese caso, se requiere una psicoterapia cognitivo-conductual y el apoyo de la familia para salir de esa encrucijada
Interesante sistema para identificar y actuar sobre los problemas genitales de la mujer
Realmente muy interesante
este enlace del familydoctor.org que me apresuro en compartirlo con vosotras. En
el se ilustra claramente un sistema sencillo que permite identificar y saber
cómo actuar ante los problemas genitales que tenemos, de vez en cuando, la mayoría
de las mujeres. Es realmente una
herramienta de consulta que debe tenerse a la mano para cuando se requiera algo
de información al respecto.
Las diferentes etapas de
vida por las que atravesamos las mujeres, pueden generarnos una serie de problemas
genitales que afectan a nuestro bienestar general; estos pueden estar vinculados
a los ciclos menstruales, a la actividad sexual, a algunas infecciones, los métodos
de control de natalidad, los cambios post embarazo, al envejecimiento,... etc.
Os sugiero de visitar el
enlace y pasar en revista las situaciones de urgencia y sus síntomas,… y de ser
necesario consultar a su médico, un tratamiento oportuno evitará problemas
mayores!.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)