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El estrés del cuidador de un pariente mayor con Alzheimer


El año 2011 fue declarado como el “Año Internacional de la Investigación sobre el Alzheimer”, esa temida enfermedad neurológica en la que los recuerdos van desapareciendo y la persona emprende un descenso dramático de todas sus facultades, frente a la mirada impotente de su entorno familiar.

Si uno se pregunta: que se realizó en ese año, a parte de los premios, foros y espacios de discusión, al parecer poco se ha avanzado  y todavía habrá que esperar unos años más para que las investigaciones den satisfacción a la necesidad de esperanza no solo de los enfermos y sus familiares sino de toda la sociedad que está propensa a sufrirla.

Al ver como evoluciona nuestra sociedad moderna, con menos jóvenes (por la disminución de la natalidad) y mayor porcentaje de población de más edad (se ha incrementado la esperanza de vida), podemos inferir que en las familias estaremos, cada vez más, confrontados a la necesidad de cuidar de nuestros familiares mayores que sufran de enfermedades degenerativas de la edad avanzada, como es el Alzheimer, Parkinson,…

El cuidador principal, es aquella persona (un familiar o una persona contratada para esa labor) que dedica la mayor parte de su tiempo (en horas/día) atendiendo al enfermo, permitiendo así, que otras personas de la familia puedan tener el tiempo de dedicarse a sus actividades cotidianas y adaptarse a la nueva realidad familiar, con un ser querido que sale mentalmente de la dinámica familiar habitual.  

El cuidador despliega un esfuerzo constante físico y emocional atendiendo a la persona con Alzheimer (que no mejorará con los cuidados que le dedica, sino que irá agravándose con el tiempo, lo que pesa sobre la motivación), y puede desarrollar a su vez, serias perturbaciones de su salud mental, y más aún cuando ese esfuerzo es acompañado de un aislamiento social.

Diferentes autores que han estudiado el tema señalan que el cuidador desarrolla frecuentemente problemas de ansiedad (nerviosismo, angustia, tensión, estrés, pánico, angustia, ideas obsesivas,…),  depresión o síntomas depresivos (tristeza, pesimismo, apatía), hipocondría,…., así como problemas psicosomáticos de dolores de cabeza y de otras zonas, temblor fino, problemas gástricos, trastornos del sueño (insomnio, o sueño no reparador), dificultades de memoria,….

Esos problemas deben enfrentarse, en primer lugar, aceptando que ocurran esas reacciones de agotamiento, que son normales o previsibles dada la situación de sobrecarga de estrés que tiene el cuidador; en segundo lugar,  solicitando ayuda a otros miembros de la familia para realizar algunas tareas, a fin de poder reservarse algunas horas para sus asuntos personales o simplemente relajarse; y en tercer lugar, solicitando ayuda a un profesional (psicólogo) o asistiendo a grupos de auto-ayuda.

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