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¿Podemos tener un divorcio exitoso?


Cuando  leemos la pregunta parece imposible el tomar con un relativo éxito un camino alternativo al proyecto de vida que iniciamos con una persona a la que amamos y a la que nos unimos en matrimonio con la idea de estar juntos “hasta que la muerte nos separe”,  y que luego con el tiempo y esas cosas extrañas que tiene la vida  llegamos a constatar que ya no podemos ser felices juntos, por razones diversas (rutina, infidelidad, …) y propias a cada una de las parejas que se separan, que son muchas (en algunos países llegan hasta los 2/3 de las parejas que se casan, aunque el contexto actual de crisis económica pareciera estar llevando las cifras a la baja).  

El proceso de divorcio es similar al del duelo, y pasa por las mismas etapas. Primero, viene el rechazo a creerlo posible, luego vienen los sentimientos de cólera (con ganas de destruir todo lo que nos recuerda la vida común), abandono e impotencia. Luego se instala la tristeza y los periodos de llantos, hasta llegar a integrar en la mente la realidad del divorcio, del que hay que ocuparse de sus detalles. Luego de un tiempo, en que las emociones se decantan y se tiene que vivir el día a día con energía, viene la etapa de retomar el control de su vida y continuar en un camino diferente, probablemente rehaciendo su vida con un amor diferente o un entorno social que le permita seguir avanzando por la senda de la vida, con satisfacciones y proyectos propios.

Veamos los factores que hay que tener en cuenta, cuando se está frente a una situación de divorcio inminente:

Aunque no puede decirse que haya una situación ideal, sería preferible de que una vez que uno o los dos conjugues piensen en el divorcio, hagan el esfuerzo de consultar no con un abogado (que es lo que erróneamente se piensa en primer lugar)  sino con un psicoterapeuta de parejas, para ver con este profesional si hay posibilidades de salvar el matrimonio, analizar los problemas y ver si se pueden modificar algunas cosas y reconstruir la relación, o de lo contrario preparar un divorcio tratando de examinar todos los aspectos en juego (afectivos, sociales y materiales) y llegar a tener un divorcio , aunque no podamos llamarlo “exitoso” porque es la negación o ruptura de un proyecto de vida, por lo menos satisfactorio y lo menos traumático posible para todos (la pareja que divorcia , los niños que son afectados por ese cambio, los familiares, los amigos,…).

Cuando se ha tomado la decisión, lo primero que hay que hacer es hablar lo más claramente posible con los hijos (utilizando un lenguaje claro y accesible a ellos en función de las edades), sobre la decisión que están tomando, sin culpabilizar a uno u otro conjugue (por más difícil que esto resulte!), y sobre todo dejando bien en claro que no es culpa de los hijos; que ese es un asunto entre los adultos de la pareja. Asimismo, hablarles de todos los cambios que se darán (cambios de colegio, de casa, de habitación,…), y hacer el esfuerzo de responder a todas sus inquietudes, dejando muy claro que sus padres siempre los seguirán amando.

Informe de igual manera a la familia cercana y los amigos más cercanos. Hágalo de una manera clara aunque sin dar demasiados detalles que puedan mostrar como responsable a uno u otro. No intente que tomen partido por usted, simplemente infórmeles para que puedan apoyarle cuando necesite soporte en algún momento.

Trate de evitar discusiones acaloradas delante de los hijos, son discusiones que ya no aportan nada a la realidad, y  trate de conservar la “cabeza fría” para arreglar los detalles más concretos. No entre en una guerra por cuestiones de dinero o búsqueda de revancha;  con la ayuda del psicoterapeuta o un mediador (que puede ser el mismo psicólogo o un abogado, que sería el mismo para ambos)  se puede llegar a un entendimiento a la amigable, examinar los gastos que tendrán que asumirse,… y demás detalles necesarios para hacer el cambio menos drástico.

Recuerde que los niños “necesitan amar tanto al padre como a la madre”, así que evite de desacreditar al otro (así sea difícil, no hable mal de él!), de enviar mensajes a través de los hijos (utilice el teléfono o el E-mail si se quiere comunicar, nunca a través de los hijos!) o utilizarlos de espía para saber lo que pasa en el otro lado, porque solo les generará innecesariamente malestar e inseguridad, lo que podría afectarles en su vida futura.

Finalmente, si usted está en el entorno de una pareja de que se separa, no tome partido por uno de ellos, porque nadie sabe lo que pasa al interior de la pareja;  a lo más,  escúcheles a ambos y sugiérales de ir a terapia de pareja, donde puedan ver con mayor claridad si hay posibilidades de reconciliación y de reconstrucción de la pareja o para preparar un divorcio más tranquilo y menos traumático para todos.


Información en: www.cleliagalvez.com