Antiguamente, apenas se podía
mencionar que se consultaba un psicólogo, por la errónea idea de “anormalidad”
que se le había asociado a ese proceso y a la persona que recurría. Hoy, la
situación es otra. Gracias al desarrollo acelerado de las neurociencias (que
nos hacen conocer cada vez más, lo que pasa en nuestro cerebro cuando actuamos
y nos relacionamos en la vida cotidiana) y de la tecnología de la información (internet
y otros medios de comunicación); una población más amplia (y más educada), ha
tenido un mayor acceso a investigaciones e información sobre su salud mental,
lo que ha contribuido a elevar su nivel de entendimiento y dar ese paso que tanto
temía.
Actualmente, es ampliamente reconocido
que todas las personas podemos, en algún momento de nuestras vidas, tener algún
problema de tipo psicológico que requiera consultar con un psicólogo. Hacer una
psicoterapia, ayuda a resolver el problema con prontitud y evitar que una
situación de malestar se pueda prolongar en el tiempo, llegando no solo a
afectar de manera importante nuestra calidad de vida, sino también a cronificarse
(agravarse).
Van algunos ejemplos de los problemas
psicológicos que podemos tener en algún momento y que requieren un apoyo
profesional:
- Cuando nos sentimos deprimidos, sin ganas ni voluntad para realizar las tareas habituales; cuando el placer de vivir se ha esfumado y vemos nuestra vida sin sentido.
- Cuando hemos vivido un hecho traumático: agresión, accidente, asalto, duelo, separación, enfermedad, despido,… y nos es difícil de retomar el control de nuestra vida.
- Cuando sentimos que el miedo y la ansiedad han invadido nuestras vidas (con angustias, obsesiones, celos exagerados, fobias,…)
- Cuando nos vemos en la incapacidad de gestionar las situaciones de estrés de nuestra vida cotidiana (en el trabajo, la familia,…)
- Cuando las relaciones con otras personas se vuelven difíciles (dificultades para hablar con la gente, hacer y/o conservar los amigos, hablar en un grupo,…)
- Cuando nuestra vida de pareja se vuelve insatisfactoria (con conflictos frecuentes, comunicación deficiente o ausente,…) o nuestra vida sexual ya no es la que quisiéramos (falta de deseo sexual, dolor, eyaculación precoz, disfunción eréctil,…)
- Cuando no podemos controlar algunos de nuestros comportamientos adictivos (consumo de alimentos, alcohol, drogas, medicamentos, tabaco, juego, sexo,…)
- Cuando estamos en relaciones que nos hacen daño
y no podemos establecer límites,… o vamos acumulando y repitiendo fracasos en
nuestra vida personal,…
- Cuando nuestra vida familiar se vuelve
problemática (hijos con algunos obstáculos a su desarrollo, hijos que no
conocen límites ni respeto de reglas, conyugue que no asume sus
responsabilidades,….)
Al tomar la decisión de consultar
a un psicólogo, aún hay que encontrar al profesional idóneo, por lo que es
necesario informarse sobre el profesional que se quiere consultar (si busca por
internet, que sea en páginas web de garantía); visite la página web del
profesional y revise su trayectoria, su colegiatura y su especialidad,… no dude
en llamarle y preguntarle si tiene alguna duda.