Las prótesis mamarias son dispositivos que se implantan en las mamas o pechos de las mujeres fundamentalmente por dos razones: con carácter estético, para aumentar los senos en aquellas mujeres que desean poseer unos pechos más grandes (que corresponden al 80% de los casos), y para reconstruir el pecho en aquellas mujeres a las que se les ha extirpado algún seno por sufrir un cáncer de mama.
Las prótesis utilizadas en Europa (Francia, Gran Bretaña, España,…) y gran parte de la América Latina, producidas y exportadas por la empresa francesa Poly Implant Prothèse (PIP), han resultado ser defectuosas: por la alta tasa de rupturas dentro del cuerpo y por la utilización de un gel industrial no adecuado para ese tipo de implantes y diferente del anunciado en el momento de su entrada al mercado (el que al entrar en contacto con los órganos, puede provocar inflamaciones y desarrollar el cáncer) y son, actualmente, objeto de procesos judiciales de parte de las asociaciones de victimas luego de constatar problemas graves de salud e incluso muerte por linfomas.
Este tema se está convirtiendo en un problema de salud mundial. Durante el año 2010, muchas acciones se han desarrollado en los diferentes países. En Francia, la Agencia de Productos para la Salud (Afssaps) ha ordenado el retiro del mercado de esos implantes mamarios en gel de silicona PIP; se han nombrado comisiones de investigación al respecto y, el Ministerio de la Salud anunció que asumirá, a través de la Seguridad Social, los gastos de un remplazo de implantes para las mujeres cuya cirugía haya sido por el cáncer y el retiro de las otras. En España se ordenaron a los cirujanos de no implantar más ese tipo de prótesis. En el Reino Unido, 250 mujeres están haciendo un proceso judicial a las clínicas que utilizaron esos implantes. En Chile, Venezuela y Brasil se retiraron del mercado esas prótesis PIP, …
Estos problemas, a parte de los detalles judiciales, nos ponen frente a nuestra propia responsabilidad en la toma de decisiones sobre las intervenciones quirúrgicas estéticas a las que nos sometemos, sin tener necesidades reconstructivas que son lógicas luego de haberse visto afectada por el cáncer.
Cuando tenemos un problema de autoestima creemos que lograremos ser felices si resolvemos algún detalle (que no nos gusta) de nuestro cuerpo, que nuestra propia predisposición psicológica nos la hace ver magnificada y como un defecto que nos causa el problema, y vemos, de manera equivocada, a la cirugía estética como la “varita mágica” que nos hará resolver el problema.
Para no verse expuesta a problemas de salud del tipo que abordamos hoy, le aconsejamos que si se siente mal con su cuerpo, pregúntese si existen maneras naturales de conseguir lo que ansía, a través de una dieta especifica y ejercicios regulares?,… etc. , o tal vez necesite, algo de ayuda profesional (psicoterapeuta) para ayudarle a levantar el autoestima e integrar mejor su cuerpo y sus transformaciones propias a los diferentes ciclos de vida y desarrollar diferentes opciones de sentirse mejor consigo misma.
Si de todas maneras ha decidido de someterse a una operación quirúrgica, no escatime esfuerzos para preguntar todo lo referente a los productos y fármacos que van a utilizar (calidad, procedencia, resultados de investigaciones, efectos secundarios, riesgos, garantía de resultados,…etc.), porque su cuerpo es su tesoro y si no lo cuida usted misma, no espere que los otros lo hagan.
Si ya tiene un implante, vaya a controlarse con su cirujano y verificar que no es la prótesis PIP que tiene en el cuerpo. Vea el enlace adjunto para los detalles de esos implantes.
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