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LA SIRENITA Y LOS FAROS,... O LA CREATIVIDAD EN LA SOCIEDAD DE CONSUMO


Por: María Eugenia Mansilla A.
Cuenta la leyenda que las Sirenas eran unas bellísimas mujeres con la parte inferior de su cuerpo en forma de pez. Estas bellezas se sentaban en los promontorios rocosos y otras zonas peligrosas del mar a peinarse su larguísima, blonda y rubia cabellera, o roja negra o colorina, según el gusto de quién era atraído a tan peligrosa zona por su bellísima voz con un sonido capaz de atravesar largas distancias.

Es asi que, según la leyenda morían innumerables hombres junto a sus naves que se estrellaban con las mencionadas áreas de peligro, al perder el sentido común y el de orientación persiguiéndolas.  Esto explica el por qué se inventaron los faros que se ubicaron en los lugares peligrosos de las costas que acostumbraban a recibir a los navegantes, guiándolos con su luz. Estos faros perdieron su utilidad por el avance de la fría  ciencia que brindó las bases para los sonares y otros ejemplos de la aplicación de la tecnología al servicio del hombre y sus peligrosas costumbres en el que la osadía y el deseo de superación, sumado a la siempre creativa imaginación de los seres humanos.

LAS SIRENITAS DE ESTE SIGLO

El  hombre sigue siendo soñador hasta cruzar los límites de la sensatez. Es así que los hombres y mujeres del presente siglo soñamos con nuevas sirenitas que con sus voces y hermosuras nos atraen sin medir el peligro que presentan. La diferencia es que esta  sirenita ha sido reemplazada por lo que Vargas Llosa denomina “sociedad del entretenimiento”.

En lo cotidiano estas nuevas sirenas son principalmente los “malls” o centros comerciales, y ya más complicado es el tren de vida que general llevamos. La sirenita nos canta y atraen a través de una voz no tan bella pero muy efectiva conocida a través de los llamados medios de comunicación, que nos invaden hasta en nuestra privacidad con su publicidad “científicamente” atractiva y nos lleva a los peligrosos peñascos y farellones  de la realidad. El tremendo choque entre la sirenita y la realidad, nos deja heridos contusos y muertos por el camino del “sueño de vida”  que comprende mi presupuesto derivado de mis reales ingresos o, en el peor de los casos,  con el terrible mal de este decenio, la pérdida de nuestro puesto de trabajo. Y nuestro curriculum vitae se despeña por las cuestas de la vida.

Es decir, el naufragio  nos deja maltrechos, malheridos y a veces en peores condiciones. Pocos se salvan de enfrentar primero el cierre de sus maravillosas tarjetas, esas que se ven tan bonitas den nuestro tarjetero, apareciendo en las listas de morosos; otros con menos suerte, pierden sus  bienes muebles y -por suerte los menos, lo cual no es ningún consuelo-, pierden sus bienes inmuebles.

¿QUÉ HACER ANTE SEMEJANTE DEBACLE?

De hecho no podemos quedarnos sólo mirando al cielo y llorando nuestra desgracia, buscando a quién echarle la culpa –aunque vale la pena mirar fríamente la situación y analizar causas y culpables.

Este es el momento de mirar a nuestro interior y recordar que todos los seres humanos tenemos fuerzas interiores que no usamos en épocas de bonanza sino en épocas de crisis. Nuestra naturaleza y la experiencia acumulada que recibimos con herencia genética, nos permite contar con fortalezas y creatividad PARA NUESTRO USO.

Para entender la creatividad como un factor de solución de problemas  cotidianos, se debe considerar en primer lugar que, todos los seres humanos buscamos la solución a nuestras necesidades, que siendo siempre las mismas (9) la variedad que aparece frente a nuestros ojos en realidad se debe a los  satisfactores que encontramos en nuestro entorno y a los bienes producidos en nuestra cultura.

Es así que, al aprender a comportarnos de acuerdo a los modelos  y valores de  nuestra sociedad (socialización) vamos definiendo nuestra personalidad y la manera que usamos nuestra creatividad, que nos sirve para resolver nuestras necesidades.  Usaré un ejemplo.
A la necesidad axiológica de protección, que es fundamental para asegurar la vida de las personas, le corresponden las categorías existenciales que se relacionan con lo que puede ser como individuo, lo que puede tener, lo que puede hacer y dónde lo puede hacer.   

En la ciudad esta necesidad nos impulsa a:
-protegernos del clima y del prójimo (no siempre confiables) ya sea teniendo una casa o departamento propio o alquilado, y ropa para cubrirse de acuerdo al clima y la moda que impera en su cultura; 
-alimentarnos de acuerdo a los patrones culturales, y a la dieta que corresponde a la edad;
-cuidar la salud, que depende en primer lugar de las dos anteriores, además de los controles médicos.

Todo lo cual requiere de dinero para lograr la satisfacción adecuada para mantener la salud, especialmente si eres joven y no tienes experiencia en controlar los gastos, ya que el mercado aparece muy atractivo, tanto por los bienes producidos y que se ofertan por una muy atractiva publicidad que hace atractiva y asequible la oferta, mediante los créditos, hipotecario para los bienes inmuebles y para el consumo en general. De aquí el endeudamiento con créditos directos o mediante tarjetas emitidas y aceptadas sin control, ¿quién no tiene o aspira a tener más tarjetas? O a tener la tarjeta de oro, especialmente entre los más jóvenes

Es aquí donde se encuentra el meollo de los problemas económicos que abruman hoy a un alto porcentaje de la población, ya que las facilidades de los créditos llevan a gastar más de lo recibido lo que se aprecia fácilmente cuando el consumidor tiene que alimentarse usando créditos también. Esto difiere totalmente de lo que se “fiaba” la gente en pobreza extrema, ya que ellos no tenían ni tienen acceso el crédito que comento.

En esta situación, el elemento clave es la personalidad, específicamente con la autoimagen, que tiene tres factores a su vez:
-          Quién soy
-          Quién creo que soy; y,
-           Qué creen los otros que soy. 

Una personalidad equilibrada es la que más cercana está de armonizar estas tres visiones de sí. Pero, en la actualidad, tiene mucho peso  el qué dirán mis conocidos. Esto se principalmente en los jóvenes que llegan a consumista para cumplir con el modelo que creen es el que esperan sus conocidos y familiares. De ahí  a gastar más de lo que puedo sumando la irresponsabilidad  no pagar sus deudas, finalizan con altos niveles de estrés que en algunos casos puede llevar a la depresión por la incapacidad de cumplir con su meta de estar bien o que los otros vean que le va bien. 

Esta generalización varía según la personalidad de cada quién, pero muchos jóvenes (hasta 25 años) y adultos jóvenes de ambos sexos viven esta situación a la que se suma la población que no consigue trabajo sea porque los busca en el momento en que se tiende a los despidos, especialmente de los adultos y adultos mayores (26 - 49  y 50 años a la edad de jubilarse, respectivamente).     

Entonces, ante esta crisis del sistema capitalista, sea en pleno proceso o como espada sobre la cabeza, ¿cómo enfrentar las consecuencias? Desgraciadamente cada uno o una deberá enfrentarla con creatividad y optimismo, siguiendo a algunos pensadores que consideran que toda crisis es una oportunidad. Lo que es muy fácil decirlo pero no vivirlo. 

Se necesita un trabajo personal sobre nuestro sí mismo, que requiere recordar que debemos equilibrar las tres visiones, reconociendo lo que somos sin importar las circunstancias, asumiendo nuestras capacidades y valores, aceptando que lo que había ya no es y todo ha cambiado, a lo que deberemos sumar la creatividad y el optimismo que da el conocimiento de que la vida siempre cambia y que si hemos superado todo lo que la historia nos enseña, saldremos adelante.

Lo expuesto es un primer paso que sólo la perseverancia podrá ayudar a sobrellevar las actuales dificultades económicas de nuestros países, reconociendo que esta es una situación externa que puede aparecer sobrecogedora pero, vuelvo a repetirlo, esta crisis externa a los individuos puede volverse una oportunidad si se recurre a la creatividad para enfrentarla. 

¿Que quiero encontrar en mi pareja?


El cómo escoger su pareja es una de la preocupaciones más mencionadas por las personas que me escriben y hoy tomo una de esas preguntas que envía Ana (que es como la llamaré en este artículo, por la necesidad de garantizar la confidencialidad de la identidad de quienes me escriben), para abordar este tema tan amplio y en el que las opiniones pueden diferir en función de la importancia que le de, cada persona, a las tres necesidades que básicamente satisface el amor de pareja: necesidad de compañía, de recreo y de pasión (según John Lee). 

“¿Cómo puedo llegar a  interesar a un chico muy popular que me gusta???”,  es como comienza su pregunta, Ana, una joven que se siente atraída por un hombre que ha pasado la treintena y que ella misma describe como  “alguien que se comporta como un adolescente,  que juega conmigo y con las otras mujeres que lo rodean. Es guapo e inteligente, pero bastante despectivo con todas;  ha conquistado a muchas chicas sin llegar a nada con ellas, así como lo hace conmigo. Estoy desesperada y quiero saber ¿qué puedo hacer para que un chico así llegue a estar conmigo? , porque lo que más le gusta es que le alaben, yo lo he estado haciendo, pero ya ni eso funciona, parece que pide algo mejor que eso, a veces me he "enfadado" pero ya no "cuela", como decimos las mujeres...

Todos reconocemos que el “príncipe azúl “ o la pareja ideal con la que se sueña de niña,  no existen y que se tiene que aceptar a un ser humano con imperfecciones (que tenemos todos);  sin embargo,  existen ciertos límites en las imperfecciones que estamos dispuestos a aceptar en nuestra pareja,  y eso cada persona lo debiera tener claro, cuando elije a su pareja.  Antiguamente, los padres eran los que decían a los hijos, en circunstancias similares,  “piensa con la cabeza y no con el corazón”, y digo  que, en lo posible,  habría  que poner de ambos si se quiere incrementar las probabilidades de tener la pareja que nos complemente bien.  

Cuando nos sentimos atraídos por una persona, la consideramos como algo “misterioso” que nos provoca descubrirlo;  en esa etapa pensamos que cupido nos envió el “flechazo” que nos removió el corazón (o mejor dicho el pensamiento). Luego, progresivamente y conforme avanzan nuestros intercambios,  pasamos a identificar las coincidencias que tenemos con esa persona que ocupa nuestros pensamientos (¿tendremos los mismos valores?, ¿le damos importancia a las mismas cosas?, ¿compartimos algunos sueños o proyectos?, ¿tenemos temas de interés comunes?,… ), así como ver si nos procura las satisfacciones que esperamos  (¿nos divertimos mucho cuando salimos juntos?, ¿me trata como quiero que me trate?, ¿me muestra afecto?, ¿hace que me sienta importante para él?, …. etc.). Son básicamente estos aspectos que van a definir nuestra relación amorosa como satisfactoria o no para cada uno y hacer que en algún momento se llegue a formalizarla.  

En el caso de Ana, veo que ella ya conoce bien al chico que la atrae, e incluso ha identificado en él un funcionamiento bastante problemático que ya está generándole un malestar; por lo que le aconsejo de hacer un esfuerzo para aclarar sus ideas y ver realmente qué satisfacciones quiere recibir de esa relación que tanto ansía y qué es lo que está recibiendo actualmente. Poner eso por escrito para sí mismo, es de mucha ayuda.

Un aspecto que Ana debe considerar es que el chico en cuestión,  es  alguien que visiblemente, no valora a nadie más que su propia persona y que se libra a un juego bastante narcísico en sus relaciones, lo que hace que hayan poquísimas probabilidades que ella pueda recibir satisfacciones (compañía, afecto, complicidad en el recreo, respeto,…) como persona en una relación amorosa que posiblemente le exija mucho esfuerzo y pocas satisfacciones.

Por lo que tendría que preguntarse ¿valdrá realmente la pena que gaste sus energías en atraer a una persona que por su comportamiento ya le hizo saber que solo se quiere a sí mismo, lo que probablemente le ocasione más sufrimiento que amor?,  ¿No sería más gratificante para ella,  que vuelva los ojos a su entorno de amigos y elija a alguien con mayor estabilidad mental y afectiva, que pueda compartir con ella sus experiencias y sueños?. Tal vez incluso pueda preguntarse ¿qué es lo que realmente le gusta de él?, y ver si puede encontrar eso que le gusta en alguien más estable.

Finalmente, el amor debe ser recíproco y tiene que nutrir las expectativas de los dos, tal vez no de manera simétrica, pero ambos deben mostrar disposición a entrar en la relación y sentirse bien dentro de ella.