La noticia de una catastrofe siempre enluta a la población y
genera una masiva expresión de solidaridad con las personas que han tenido
que vivir la tragedia, con las que resultaron heridas, con los familiares de
los víctimas mortales quienes están afrontando con estupor e incredulidad la
partida repentina y violenta de sus seres queridos. Dolor que toma aún una
magnitud más grande, cuando esa muerte es el marco de una catástrofe en la que
muchas otras personas han perdido la vida.
En situaciones de duelos
inesperados por desastres, es probable que las
personas desarrollen una serie de síntomas emocionales que se conoce como el Síndrome
de Estrés Post traumático (ansiedad importante, problemas de concentración y
memoria, recuerdos repetitivos, pesadillas,… etc.).
Este síndrome puede afectar
a las personas que han sobrevivido al accidente, a las personas que han sido
testigos del hecho y que han visto la muerte de otras personas, a las que han
perdido sus familiares,…. Otro
aspecto que es también evidente, en esas circunstancias, es la sensación de
amenaza a la integridad física de las personas y la pérdida de la sensación de
seguridad que tenían en la vida (“la muerte puede venir en cualquier momento”)
lo que puede generar ansiedad en ciertas personas, pues la única diferencia
entre ellas y las que perecieron,
es el haber estado en el lugar y en el momento ese en el que ocurrió el
accidente.
Cuando ocurre cualquier
catástrofe o desastre, es indispensable la intervención de emergencia de un “Equipo de crisis” ( integrado por
psicólogos) que puedan acompañar a las personas que han sufrido el traumatismo,
a fin de que puedan darles la máxima información sobre todos los síntomas que
irán viendo aparecer (en los días siguientes) en su cuerpo y su mente (y que no
desesperen por ello), y darles el espacio necesario para que puedan expresar su
malestar, sus miedos, su estupor, todas sus inquietudes…; también es una
ocasión que sirve al equipo de psicólogos para identificar a las personas que
presentan mayor vulnerabilidad y que requerirán un seguimiento psicoterapéutico
más profundo.
Los que perdieron a
sus seres queridos en la tragedia, tienen que hacer el duelo de ese miembro de
la familia que partió repentinamente.
Duelo, que como todo
proceso psicológico varía de una persona a otra, y será más o menos largo en
función de muchos factores personales, pero también de sus creencias y de su
cultura. Cabe señalar, que superar un duelo es un proceso que pasa por varias
etapas: la negación (dificultad a creer la realidad y ser incapaz de actuar) la cólera o protesta (sentimiento de
injusticia, búsqueda de un culpable,…); la desorganización (gran tristeza,
ansiedad, impotencia, aislamiento,…), la organización y la adaptación (el reencontrar
progresivamente su capacidad a tener placer, a las actividades y nuevos
proyectos,…).
Para ayudar, de alguna manera, a que las personas hagan su duelo, van algunas pautas:
En primer lugar, es
necesario que el anuncio de la noticia sobre la tragedia, tenga la información
clara y repetitiva con el tono de gravedad y de homenaje, para ayudarles a las personas en duelo a tomar
consciencia e integrar en su mente el hecho de la pérdida del familiar. Por eso
nos parece realmente muy positivos: la actitud de numerosas personas que en las
redes sociales manifiestan su solidaridad y su respeto, así como el hecho de
que la ciudad de Santiago de Compostela haya suspendido las actividades
festivas como un acto simbólico de respeto al dolor y homenaje , que marca la
realidad y la gravedad de la situación.
En segundo lugar, si usted tiene en su entorno cercano a una persona que tiene que hacer su duelo:
- Ayúdele en las cosas prácticas de la vida cotidiana (compras, niños,…).
- Acompáñela prestándole una escucha atenta y amable (sin dramatizar aún más, ni minimizar el suceso).
- Permítale hablar cuanto quiera de lo ocurrido. Según las investigaciones, cuanto más habla la persona sobre el suceso traumático que ha ocurrido, la ansiedad asociada irá disminuyendo.
- Inclúyala en actividades de ocio, pero sin forzarle, porque cada uno tiene su propio ritmo.
Si es usted la persona que hace el duelo:
- Acepte la ayuda de sus amigos (para tareas de casa, niños,… etc.).
- Comparta sus sentimientos con ellos, llore si lo requiere. Para eso están los amigos!.
- Realice los ritos religiosos o sociales, que correspondan a su sistema de creencias, le ayudarán en la integración de la pérdida del ser querido y a encontrar un sentido a lo ocurrido.
- Permítase momentos de esparcimiento con amigos y familiares, no se aísle, así no tenga ganas de hacerlo.
- Participe en actividades con las personas que ya han vivido situaciones parecidas.
- Si al paso de las semanas, persisten sus dificultades y con intensidades que le impiden de funcionar (problemas persistentes de apetito, sueño, pérdida de interés por actividades habituales, humor depresiva, aislamiento, alcohol, problemas de memoria y concentración,…), pida ayuda profesional, haga una psicoterapia que le permitirá realizar su duelo en menor tiempo y con menor sufrimiento.
Información en: www.cleliagalvez.com