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¿Cómo afrontar las consecuencias psicológicas de la situación de guerra en Europa?

Frente a los recientes acontecimientos de la guerra en Ucrania y el flujo permanente y repetitivo de noticias e imágenes desgarradoras que recibimos de manera casi inmediata, vía la televisión y las redes sociales, vemos una serie de consecuencias psicológicas en la población, que pueden ir desde el estupor y la incredulidad hasta la desesperación. El pensar en el peligro de una generalización de la guerra, la cercanía geográfica y la llegada de miles de desplazados, hace que nuestra impresión de relativa seguridad y previsibilidad de la vida cotidiana a la que estábamos acostumbrados se vea trastocada, de manera aún más importante que cuando soportábamos la Pandemia, porque en éste caso se trata de una violencia extrema ejercida voluntariamente ( con intención de destruir) por seres humanos, dirigidos por una persona desequilibrada contra la que poco podemos hacer.
En esas circunstancias es normal que sintamos una serie de emociones que pueden llegar a abrumarnos: preocupación, irritabilidad, tristeza, llanto, angustia,… , más aún, después de haber vivido dos años de Pandemia, con todos los recuerdos negativos que eso co mporta y que ahora se reactivan con la situación violencia que comporta una guerra. Luego de entender y aceptar lo que nos ocurre, pasemos a ver qué podemos hacer para afrontar la situación y mitigar los efectos negativos sobre nosotros y nuestras familias. Para ello, aquí abordo algunas pautas que podrían serle útiles: 

  1. No ceda al pánico, ni esconda la cabeza (como un avestruz), actívese y siga con sus rutinas de la vida cotidiana, pero tampoco se ponga en una carrera al activismo. Evite los extremos.

  2. Limite el tiempo que se expone a las noticias (la TV y las redes sociales están pasando las mismas noticias e imágenes una y otra vez), si se queda usted mucho tiempo consumiendo esa información llegará a estados de angustia y desesperación que le perjudicará inútilmente.

  3. Infórmese sólo una vez al día, si posible, por la mañana (porque usted estará con mayor energía para modular el impacto de lo que vea), mire las noticias en medios oficiales, para mantenerse informado y saber cómo actuar. Por las noches, evite mirar las noticias, prefiera las películas (comedias, series, reportajes,… etc.), cosas agradables que le permitan ir tranquilamente a dormir y poder conciliar mejor el sueño. 

  4. Atienda a las inquietudes de los niños, no les exponga a demasiada información e imágenes de los noticieros. Pregúnteles lo que saben, lo que han escuchado,… y conteste a todas sus preguntas con tranquilidad, diciéndoles que esa guerra pasará, como muchas cosas malas que han pasado otras veces. 

  5. No se aísle, manténgase en contacto con la familia y amigos, si no lo puede hacer presencialmente, hágalo por internet o teléfono. Participe a reuniones familiares y sociales por videoconferencia (brindis, juegos,…), hable de diversos temas, no solo de la guerra.

  6. Sea solidario, en la medida de sus posibilidades, ocúpese de alguna actividad de solidaridad. El apoyar a otras personas la dará también la impresión de cierto control o cierta acción sobre lo que ocurre. Talvez pueda participar en alguna colecta de fondos o materiales para la acogida de desplazados,… o ayudar a alguna persona de su entorno que tenga una dificultad,… 

  7. Ocúpese de usted mismo, en cosas agradables o útiles, aproveche el tiempo para realizar esas tareas que siempre quiso hacer y no pudo por falta de tiempo u otra razón. Ordenar armarios, dibujar, pintar, escribir, cocinar, cantar, bailar, hacer ejercicio, mejorar su alimentación y hacerla más saludable,…  existen múltiples actividades que se pueden desarrollar para gestionar nuestras emociones y sentir bienestar. Piense que para ayudar a los demás, primero tiene que estar bien usted mismo.

    www.cleliagalvez.com

Cuando la violencia nos toca en lo más profundo

El desarrollo del internet y la tecnología de la información hace que casi en tiempo real estemos visionando (vía TV o internet) imágenes de catástrofes naturales o nucleares, revoluciones, guerras de liberación y actos de violencia extrema que ocurren en diferentes partes del mundo y que chocan nuestra sensibilidad y que progresivamente van rompiendo esa imagen de seguridad sobre la que se basa nuestra vida.

Cuando son las catástrofes naturales las que azotan y diezman poblaciones,  todos están perturbados de constatar la fuerza implacable de la naturaleza contra la que poco puede hacerse, pero luego de un tiempo las personas llegan a integrar esa catástrofe en su mente y dan paso a  “la resiliencia”, que es capacidad interna de las personas a adaptarse a la dura realidad que les tocó vivir. Podemos ver por ejemplo el tsunami del 2004 en indonesia, Fukushima en Japón, los huracanes a los Estados Unidos, los terremotos de diferentes países…, con cada tipo de sociedad que reacciona de acuerdo a sus propias características, como la japonesa que sorprendió al mundo con su actitud de seriedad, solidaridad, recogimiento, orden,…, lo que no quiere decir que sufrieran menos!.  

Sin embargo, lo más difícil de entender y aceptar es el traumatismo ocasionado por otros seres humanos que han perpetrado crímenes con la intención de destruir y matar a las personas, como los atentados terroristas vividos en todo el mundo (aunque el más publicitado haya sido el del 11 de setiembre  en Nueva York), las violaciones,  la guerra y la delincuencia en general, que por observarse a diario en la prensa llegan a banalizarse y hacer parte del funcionamiento de algunas ciudades. Hasta que vemos un suceso intenso que sacude a toda la población, por la crueldad con la que se agrede o por tratarse de personas en situación de vulnerabilidad como son los niños.  Pienso en lo que acaba de ocurrir en Francia, un asesinato despiadado de unos niños y un profesor en una escuela confesional judía, que fueron victimas simplemente por ser diferentes.

La intencionalidad de un acto de destrucción (agresión, violación, atentado,…) es lo que más afecta a las personas que son victimas (directas o indirectas, es decir testigos), porque destruye  la concepción de base que tiene de un ser humano bueno y le hace perder confianza en un mundo relativamente sano y seguro en el que está viviendo. Otro factor importante es la intensidad del desastre o la crueldad de la agresión (“a sangre fría”), así como la situación de vulnerabilidad de la victima (niños o personas que no se encuentran bien en el momento de la agresión); estos aspectos que conducen a una cronificación de los efectos psicológicos  habituales en tal situación (miedo, ansiedad, estrés, ira, rabia, resentimiento o bloqueo emocional) pueden llegar a desarrollar, en ocasiones, un verdadero trastorno de estrés post traumático que requiere tratamiento psicológico específico.

Volviendo al caso ocurrido en Francia, la madre que perdió a sus hijos y su esposo en un mismo evento en el que fueron victimas, por el simple hecho de haber estado presentes en ese lugar y ese momento, va a tener su vida marcada por el dolor y el sufrimiento de esas pérdidas inexplicables; los niños que estudian en ese colegio y en otros similares, todos los testigos directos e indirectos, tendrán que sobreponerse al hecho con apoyo profesional, soporte de sus familiares y amigos, y sobre todo con el paso del tiempo que permitirá de mitigar los afectos.

Finalmente, si usted está en el circulo social de personas que fueron victimas de alguna agresión o desastre, probablemente no sepa cómo actuar con ellas, y por desconocimiento, trate de evitar el tema. Sin embargo, creo que puede ser de mucha ayuda a esa persona, simplemente escuchándola cuando ella quiera hablar del tema (pero no insista con el tema si ella no quiere hacerlo). Escúchele una y otra vez, porque cada vez que hable, la persona irá asimilando lo que pasó e irá re-trabajando y reubicando los hechos en su mente y haciendo, con cada vez que expresa la emoción , que vaya drenando la emocionalidad contenida, y haciendo que su activación emocional sea cada vez menor, llegando en algún momento a mitigarse. Si observa que no evoluciona favorablemente la situación y la ve deprimida, convénzala de consultar un psicólogo de tipo cognitivo conductual, que podrá ayudarle a salir del problema.