Cabe señalar, que no todas las personas que presentan irritabilidad tienen patologías, porque son múltiples las situaciones de la vida cotidiana que pueden generar una sobre carga de estrés y agotamiento, como: estrés del cuidador (personas que sufren un agotamiento propio a la situación de cuidar una persona con enfermedad crónica o degenerativa), problemas económicos (pérdida de trabajo, sobre endeudamiento, o precaridad,…), problemas familiares (problemas de salud, duelos, separaciones,…), ambientales (contaminación, seguridad,…), entre otros. De igual modo, el seguir constantemente las noticias negativas sobre las guerras y la perspectiva de recesión global,… hace que la persona termine por afectar su estado de ánimo.
En ese sentido, todos tenemos días buenos y días menos buenos. En los días menos buenos podemos pasar por algunos momentos de “mal humor” que no son problemáticos si son limitados en el tiempo y no perturban de manera importante nuestras relaciones sociales. En caso contrario, será necesario de aprender a gestionarlo o consultar con un especialista (psicólogo especializado), a fin de darle una solución.
Aquí van algunas pautas para gestionar el mal humor en la vida cotidiana:
Identifica la causa: Si estás experimentando mal humor, párate un momento, respira tranquilamente y trata de identificar cuál es la causa de tu irritabilidad y actúa sobre ella.
Pon tu cuerpo en movimiento: El ejercicio físico es una excelente manera de aliviar el estrés y mejorar el estado de ánimo. Cuando haces ejercicio (caminas, corres, bailas…), tu cuerpo libera endorfinas (un antidepresivo natural) que te hacen sentir bien.
Duerme lo suficiente: Dormir lo suficiente es esencial para recuperar energía y mantener un buen estado de ánimo. Intenta dormir al menos 7 a 8 horas cada noche.
Practica la meditación: La meditación es una técnica de relajación que puede ayudarte a reducir el estrés y la ansiedad. Si la meditación no te tienta, sal a caminar en un parque, bosque, jardín,… La conexión con la naturaleza te hará sentirte más relajado y tranquilo.
Pasa tiempo con tus amigos y familiares, comparte una charla amena y risas con ellos. Hablar con alguien puede ser una excelente manera de desahogarse y sentirse mejor.
Practica actividades que te gusten: Realizar actividades que te gusten puede ayudarte a sentirte más feliz y relajado. Si te gusta leer, haz tiempo para leer un libro o si te gusta cocinar, prepara tu comida favorita.
Finalmente, recuerda que cada persona es única y lo que funciona para una persona puede no funcionar para otra. Por lo tanto, experimenta y encuentra lo que funciona mejor para ti.