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Entendiendo las rumiaciones obsesivas

A menudo escuchamos a pacientes quejarse de sus rumiaciones
“no puedo parar de pensar en cualquier cosa que me pase”, o “mi cabeza no deja de funcionar y darle vueltas a las cosas”, “termino el día agotado de tanto pensar”. Las rumiaciones obsesivas son un fenómeno psicológico caracterizado por pensamientos recurrentes, persistentes y no deseados que suelen centrarse en temas preocupantes o angustiantes. Estas rumiaciones las encontramos en diversos trastornos psicológicos, especialmente en el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC), en menor medida en la depresión, la ansiedad generalizada, entre otros. 

Cabe señalar, que todos tenemos tendencia a “revisar” mentalmente las cosas que acaban de pasar (una conversación, un error que acabamos de cometer,…), pero eso no dura más que algunos minutos, pero cuando se trata de personas que hacen obsesiones, esas revisiones mentales se convierten en rumiaciones obsesivas que pueden durar horas, días, semanas,… y provocar una angustia que va en aumento cada vez que se retroalimenta con los “y si….” incesantes de los que no se pueden librar por más esfuerzos que hagan por parar.

Características de las rumiaciones obsesivas

  1. Son repetitivas y persistentes: Los pensamientos rumiativos se repiten de manera insistente y pueden durar largos periodos de tiempo. Estos pensamientos suelen ser difíciles de controlar y persisten a pesar de los esfuerzos por ignorarlos o detenerlos (Nolen-Hoeksema, 2000).
  2. Son intrusivas: Las rumiaciones obsesivas aparecen en la mente de la persona de manera espontánea y no deseada. Estas intrusiones pueden causar una significativa angustia emocional (Clark & Rhyno, 2005).
  3. Enfocadas en el contenido negativo: Generalmente, las rumiaciones obsesivas se centran en temas negativos o angustiantes, como errores pasados, preocupaciones sobre el futuro, o dudas persistentes sobre uno mismo o las relaciones interpersonales (Ehring & Watkins, 2008).
  4. Tienen un impacto en el funcionamiento de la persona: Las rumiaciones pueden interferir significativamente con la vida diaria de una persona, afectando su capacidad para concentrarse, tomar decisiones y realizar actividades cotidianas. Este impacto funcional es un criterio diagnóstico importante en trastornos como el TOC (American Psychiatric Association, 2013).

Algunas teorías explicativas:

  1. El Modelo de Evitación: sugiere que las rumiaciones obsesivas funcionan como una forma de evitación cognitiva. Al concentrarse en pensamientos rumiativos, las personas pueden evitar de enfrentar emociones más dolorosas o situaciones problemáticas (Borkovec et al., 2004).
  2. La Teoría Metacognitiva: postula que las creencias sobre la utilidad de las rumiaciones (por ejemplo, "Si sigo pensando en esto, encontraré una solución") contribuyen a su persistencia (Wells, 2000). 
  3. Sesgos Cognitivos: Las personas con tendencia a las rumiaciones obsesivas suelen presentar sesgos cognitivos, como un aumento de la atención hacia las amenazas percibidas y una menor capacidad para distraerse de los pensamientos negativos (Hertel, 2004).

Estrategias de Intervención

  1. La Terapia Cognitivo-Conductual (TCC): La TCC es una de las intervenciones más efectivas para las rumiaciones obsesivas. Técnicas como la reestructuración cognitiva y la exposición con prevención de respuesta se utilizan para reducir la frecuencia y la intensidad de las rumiaciones (Clark, 2004).  Dentro de ese tipo de intervención, la Terapia de aceptación (ACT), así como el Minfulness, (que son técnicas cognitivo-conductuales de tercera generación), pueden ser de utilidad para cambiar la relación de la persona con sus pensamientos rumiativos, promoviendo la aceptación de los pensamientos sin intentar controlarlos y enfocándose en valores personales y acciones comprometidas (Hayes et al., 2006).
  2. Medicamentos: En algunos casos, los antidepresivos y los ansiolíticos pueden ser prescritos para ayudar a controlar los síntomas de los trastornos que incluyen rumiaciones obsesivas (Koran et al., 2007). Aunque más que controlar las rumiaciones lo que hace la medicación es darle algo más de energía al paciente a fin de poder realizar los ejercicios que se requieren dentro de la psicoterapia Cognitivo-Conductual.

Referencias Bibliográficas

  • American Psychiatric Association. (2013). Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (5th ed.). Arlington, VA: American Psychiatric Publishing.
  • Borkovec, T. D., Alcaine, O., & Behar, E. (2004). Avoidance theory of worry and generalized anxiety disorder. In Generalized anxiety disorder: Advances in research and practice (pp. 77-108). New York, NY: Guilford Press.
  • Clark, D. A., & Rhyno, S. (2005). Unwanted intrusive thoughts in nonclinical individuals: Implications for clinical disorders. In D. A. Clark (Ed.), Intrusive thoughts in clinical disorders: Theory, research, and treatment (pp. 1-29). New York, NY: Guilford Press.
  • Ehring, T., & Watkins, E. R. (2008). Repetitive negative thinking as a transdiagnostic process. International Journal of Cognitive Therapy, 1(3), 192-205.
  • Hayes, S. C., Strosahl, K. D., & Wilson, K. G. (2006). Acceptance and commitment therapy: An experiential approach to behavior change. New York, NY: Guilford Press.
  • Hertel, P. T. (2004). Memory for emotional and nonemotional events in depression: A question of habit. In D. Reisberg & P. Hertel (Eds.), Memory and emotion (pp. 186-216). Oxford University Press.
  • Koran, L. M., Hanna, G. L., Hollander, E., Nestadt, G., & Simpson, H. B. (2007). Practice guideline for the treatment of patients with obsessive-compulsive disorder. American Journal of Psychiatry, 164(7_suppl), 5-53.
  • Nolen-Hoeksema, S. (2000). The role of rumination in depressive disorders and mixed anxiety/depressive symptoms. Journal of Abnormal Psychology, 109(3), 504-511.
  • Wells, A. (2000). Emotional disorders and metacognition: Innovative cognitive therapy. John Wiley & Sons Ltd.


¿Por qué consultar un psicólogo?

Antiguamente se asociaba tanto el trabajo del psicólogo al abordaje de la locura, que las personas tenían reticencias a consultarlo. El tener que hablar de que “algo raro” le pasaba por la mente generaba vergüenza y la persona demoraba mucho tiempo en consultar (a veces muchos años) haciendo que sus problemas iniciales se ahondaran, en lugar de solucionarlos  antes de que estos pudieran ocasionar daños en su vida.

Hoy, la realidad va cambiando y existe una “normalización” del hecho de asistir a la consulta de un psicólogo, y paradójicamente se está observando una oferta muy numerosa de terapias (formales y no formales) que pueden llevar a confusión, por lo que pienso que una breve explicación sobre algunos detalles ayudaría a ver tener un panorama más claro. Cabe señalar que por la necesidad de tener un lenguaje accesible las nociones técnicas serán reducidas a su mínima expresión.

La primera diferencia que hay que hacer, es entre las dos grandes clases de problemas psicológicos (o trastornos) que pueden afectar a la persona: los de base orgánica (ocasionados por problemas neuroquímicos en el cerebro) y los de base reaccional (que responden a otras causas).  Por un lado, los trastornos de base orgánica (la gama de trastornos con alucinaciones y rupturas con la realidad) son tratados por un psiquiatra (médico especializado en psiquiatría) con una medicación específica que logre estabilizar al paciente y procurarle una vida relativamente normal. 

Por otro lado, están los problemas de base reaccional, que son mucho más numerosos y de intensidades igualmente diversas. Estos son tratados por un psicólogo especializado en psicoterapia, que puede ser de orientaciones teóricas diferentes (Cognitivo-Conductual, Psicoanalítica, Sistémica, Humanista,…...) las que tienen sus peculiaridades e indicaciones propias.  

¿Por qué problemas podemos consultar un psicólogo?

Cuando sentimos que tenemos un problema que perturba nuestra viva (ocasionándonos un cierto malestar) que intentamos resolver y que no lo logramos, entonces recurrimos a un profesional que nos pueda ayudar a resolverlo.

Podemos tener dificultades que sin llegar a ser trastornos, en el sentido estricto de la palabra, nos generen malestar, estas podrían venir de una falta de aprendizajes (no tuvimos la oportunidad de aprender). Nuestros objetivos serian, en este caso, de desarrollo personal;  quiere decir adquirir (o aprender) ciertas habilidades: de comunicación (para enfrentar mejor las relaciones sociales en el trabajo, en la familia,…), de gestión de tiempo, de afrontamiento adecuado a situaciones de estrés,….

Otro tipo de problemas pueden venir de un exceso (o incluso de una desviación) de aprendizajes (por experiencias traumáticas,  porque nos acostumbramos a actuar de una cierta manera, por la educación que recibimos, por el entorno,… etc.) y entonces podríamos tener el objetivo de resolver algunos problemas de: depresión (como trastorno depresivo, o síntomas depresivos en contextos de crisis de vida o duelos), ansiedad (pánico-angustia, fobias, obsesiones, ansiedad generalizada, estrés, estrés post-traumático, hipocondría,…), problemas alimentarios o de imagen corporal (anorexia, boulimia,…), adicciones (ludopatía, alcohol, compras, sexo,…), problemas de pareja (dificultades a gestionar conflictos, celos patológicos, disfunciones sexuales), dolor crónico,….