Es una pregunta que hemos escuchado
muchas veces, porque aparentemente esas dos profesiones (la psicología clínica
y la odontología) no tendrían relación alguna, sin embargo la realidad nos
demuestra lo contrario. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) el 15%
de la población general sufre de “odontofobia” o fobia al dentista, un problema probablemente
originado por sus experiencias negativas pasadas (de dolor, pérdida de control,
pánico,…) durante sus intervenciones dentales.
Las personas “odontofóbicas”, no acuden
al dentista con regularidad, lo que pone en riesgo su salud dental y le hace soportar las
repercusiones en su salud física (caries, dolores de muelas y de cabeza, problemas
estéticos, mal aliento,….) y su salud mental (culpabilidad, baja autoestima, sentimiento
de impotencia frente a su ansiedad,…). La persona que sufre este tipo de fobia,
siente un miedo paralizante a la idea de tener que visitar un
consultorio dental, lo evita al máximo y si ha decidido de hacerlo, puede
llegar a sentir pánico en el camino hacia el consultorio, dentro del
consultorio mismo y/o antes de la intervención del profesional. En
algunas ocasiones, puede abandonar el consultorio dental o anular frecuentemente las citas con
diversos pretextos, por no confesar el temor que siente.
Por otro lado, sin llegar a tener una
verdadera odontofobia, existe una buena proporción de adultos que tiene una
ansiedad al dentista (expresada como temor, aprehensión,…); a pesar de conocer el
avance tecnológico que se ha dado en los últimos años en el sector dental, lo que
permite, actualmente, tener intervenciones dentales casi indoloros en las clínicas dentales bien equipadas
y con profesionales idóneos. Es por esa razón, que el psicólogo ha ingresado al
campo de la odontología, a fin de ayudar a los pacientes con ansiedad
importante (o con verdaderas fobias) a retomar el control de sus emociones y lograr
ponerse en condiciones óptimas para las intervenciones dentales que requieren.
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