¿Cómo reaccionar frente a la crisis?
Actualmente, es prácticamente imposible de no escuchar hablar de la crisis
financiera, económica ,… y tal vez, pronto social! que sacude Europa y tiene
impacto en todo el planeta. Cada mañana nos despertamos con noticias sobre los estados
arruinados como Grecia, bancos asfixiados como en España, el empleo cada vez más
caótico en Francia… y con una larga lista de problemas (recortes anunciados,
impuestos incrementados, cierres probables de empresas, … etc.) que desestabilizan
el equilibrio sobre el que reposaba la vida de nuestras familias.
Frente a esa situación de crisis generalizada, así como frente a cualquier
tipo de crisis personal que nos toque vivir, tenemos que saber tomar decisiones:
o nos quedamos bloqueados en la queja y buscando a los culpables (quienes y
cómo lo hicieron?...), lo que no nos avanzará obviamente a resolver los
problemas que nos atañen personalmente, y seguiremos perdiendo un precioso tiempo?
, o, comenzamos a cambiar nuestra manera de abordar la realidad a fin de ver
qué cambios podemos hacer en nuestras habitudes y actitudes a fin de sobrellevar
la crisis y , tal vez incluso, salir airosos de este periodo nefasto que nos afecta
a todos?.
Van aquí, algunas ideas que podrían ayudarnos a enfrentar la crisis:
1.
Preservar el optimismo. Este término puede
resultar chocante en este contexto, pero los estudios han demostrado que las
personas que tienen una actitud positiva ante la vida y que “ven la luz a la salida del túnel”,
desarrollan la resiliencia (capacidad de adaptarse a los problemas) que les
permite no sucumbir ante las dificultades, sino más bien sobrellevar los momentos
difíciles o críticos, enfrentarlos e incluso tener éxito.
2.
Cambiar nuestras habitudes. Aceptar que la
crisis perturbe nuestra vida, dejar de lamentarnos y, de inmediato, comenzar a cambiar nuestras
habitudes de confort, a controlar nuestros gastos, a optimizar nuestros
recursos (utilizarlos con inteligencia para hacer más cosas gastando lo menos
posible); podemos incluso considerarlo como un reto personal (y de la familia)
el vivir con menos recursos. Otras personas lo hacen y con mucho menos que
nosotros!.
3.
Aprender a leer las oportunidades que
una situación de crisis puede presentar. Comenzar a observar nuevos
territorios, nuevas actividades (con curiosidad de niño, dejando de lado sus
antiguas maneras de percibir las cosas, porque la situación ahora es nueva!!),
ver cómo van los negocios, hacia donde va la gente?, qué le hace falta a la gente en este momento
de crisis? ¿qué nuevos productos o servicios?,….
4.
Tratar de ser creativo e imaginativo, no
todo está dicho o hecho!, aún se pueden imaginar muchas nuevas cosas a hacer. Es
útil mirar cómo lo hacen los habitantes de sociedades en las que el Estado no
se ocupa de ellos,…
5.
Cuando haya identificado algunas
actividades, tome la mayor información existente sobre ellas, y luego priorícelas de acuerdo a sus
competencias y preferencias. Si encuentra que le faltan algunas competencias
para ello, haga el esfuerzo de ponerse en un curso para resolver ese obstáculo
a la brevedad posible.
6.
Hágase un pequeño plan con metas
realistas y accesibles (escríbalas, que eso le ayudará a controlar sus
progresos) y comience a caminar en su nuevo proyecto de vida, corriendo riesgos
calculados, pues quien no arriesga, nada consigue!.
7.
No dude en utilizar las redes de apoyo
que tenga, los amigos, familiares y conocidos que pueden ponerle en contacto
con otras personas u oportunidades; ahora con la generalización del internet es
más fácil de hacerlo.
Finalmente, debe convencerse
de que Ud. puede hacerlo!. La autoconfianza es el ingrediente principal para la
preparación de su nueva aventura, y si quiere que ella sea exitosa, sea
persistente en el esfuerzo y exíjase calidad y eficiencia en todo lo que haga,…
verá que poco a poco va a descubrirse nuevas habilidades e incrementará su
competitividad personal (pues es de eso se trata) para encontrar su nuevo y
propio espacio.
Comprender el estrés en el trabajo
Actualmente, se reconoce el
estrés laboral como uno de los principales problemas para la salud de los
trabajadores y el buen funcionamiento de las instituciones o empresas en las
que trabajan. Un trabajador estresado será más propenso a contraer enfermedades
(y faltar al trabajo), estará menos motivado, más distraído con las pautas básicas
de seguridad y como consecuencia será menos productivo, tendrá más accidentes,…etc;
lo que, obviamente, disminuirá las posibilidades de la empresa en la que
trabaja a tener éxito en un mercado cada vez más exigente y competitivo.
Los expertos coinciden en
señalar que, más del 20% de los trabajadores dicen sufrir de trastornos de
salud vinculados al estrés laboral, y que ningún tipo de actividad laboral escapa
a este fenómeno, razón por la que la Organización
Mundial de la Salud (OMS) y la Organización
Internacional del trabajo (OIT) han desarrollado programas para prevenir este
problema y reducir las fuentes de estrés en la empresa interviniendo directamente
sobre la organización, las condiciones de trabajo y las relaciones sociales.
Cómo ya explicamos en el
artículo anterior, el estrés en el trabajo ocurre cuando la persona siente que
hay un desequilibrio entre lo que se le pide que haga en su trabajo profesional
y los recursos internos (sus competencias profesionales o su “saber hacer”) y
externos (materiales “con qué hacer”) de los que dispone para responder.
Cuando lo que se le pide
está a la medida de sus posibilidades, el estrés es positivo y le permitirá dar
lo mejor de si mismo, ser eficiente en el trabajo y sentirse valorizado; sin
embargo, si lo que se le pide es mucho más
de lo que puede responder, es un estrés negativo que atentará contra su salud
si se hace crónico (perdura en el tiempo, lo sufre cada día) como vemos en lo
que dice un paciente: « Cada mañana,
cuando pienso a lo que me espera en el trabajo, siento enloquecer. Mi vida es un infierno: todos me interrumpen
a cada momento para pedirme datos que no conozco y me impiden de concentrarme
en mi trabajo, mis colegas que entran a mi despacho para consultarme sobre
expedientes, una y otra vez…. Mi jefe que pone documentos en mi mesa, unos
minutos antes de salir, para que los resuelva para el día siguiente, diciéndome
con una sonrisa sarcástica “es para ayer”. Y el sistema que no llego a hacer
funcionar,… yo corro haciendo todo, estoy cansado, hastiado, …”
Si nos preguntamos de donde
viene ese tipo de estrés?, podemos afirmar que son muchas las causas (o
factores), que generalmente se agrupan en seis tipos que mencionaremos aquí:
1) Las que dependen del contenido mismo del trabajo a efectuar: cuando
hay exigencias importantes en cuanto a la cantidad del trabajo a realizar (sobrecarga de trabajo, exigencia de
rendimiento y de resultados, presión para cumplir plazos cortos, demasiadas
informaciones a tratar al mismo tiempo,…); exigencias importantes sobre la calidad (trabajos de alta precisión y
calidad, vigilancia,…); cuando hay dificultades en las tareas (trabajo
monótono, sin autonomía, gestos repetitivos,…)
2) Las que dependen de la
organización del trabajo: Cuando no hay una buena repartición y
planificación de tareas (recae más sobre unos que otros); las indicaciones sobre
las tareas a realizar no son claras (no se sabe exactamente que quieren que se
haga); Mala comunicación (las informaciones no fluyen bien y no todos la
conocen); Contradicción entre las exigencias del cargo (cómo hacer bien y
rápido?, a quien satisfacer al cliente o a mi jefe ?); Cuando se tiene nuevos
modos de organización (jerarquía no es muy clara y no se sabe quien toma las
decisiones, o todos hacen de todo y nadie sabe a quien corresponde la tarea); Inestabilidad
de contratos de trabajo (contrato precario, dudas sobre su permanencia en la
empresa,…); conflicto entre sus horarios de trabajo y la vida social y familiar
(trabajos de noche, fines de semana,…).
3)Causas que vienen de las relaciones de trabajo: falta de apoyo de
la parte de colegas (cada quien en su mundo aparte o competencia entre todos)
y/o superiores jerárquicos (exigen pero no enseñan), ausencia de comunicación, gestión
poco participativa (no tienen en cuenta la opinión de los trabajadores),
autoritaria (los cambios son impuestos sin discusión) o deficiente (no hay
autoridad y se forman clanes,…); ausencia o débil reconocimiento por el trabajo
realizado (siempre resaltan lo negativo más no el trabajo realizado)
4)Causas que viene del ambiente físico y técnico: molestias físicas
en el lugar de trabajo (ruidos, calor, humedad,…); mala concepción de lugares
y/o de puestos de trabajo (falta de espacio, iluminación inadaptada o
insuficiente).
5)Causas que dependen de la evolución de la sociedad: utilización
cada vez mayor de internet y tecnología de comunicación a distancia;
disminución de personal y mayor responsabilidad e individualismo en los pocos
que quedan; clientela exigente y agresiva.
6)Causas que dependen del entorno macro-económico de la empresa: Mala
salud económica de la empresa o incertidumbre sobre su futuro (impacto de la
crisis); Competitividad, alta competencia.
Qué pasa cuando el estrés laboral es
crónico?
Las
consecuencias de soportar un estrés crónico y de no tratarlo oportunamente, pueden
generarle ciertos problemas físicos y psicológicos y progresivamente llevarle a
sufrir lo que se conoce como burn-out
(o síndrome del “quemado”), que es un estado de fatiga crónica que resulta de
un proceso lento, de una tensión continua durante largos meses o incluso años
hasta agotarlo. Fenómeno que puede ocurrirnos a todos, sin excepción alguna.
Los
síntomas del burn out son muchos, aunque el que el más sencillo a identificar
sea la fatiga continua , que se acompaña
de un agotamiento mental, humor depresivo, desmotivación,… una baja del
autoestima, un sentimiento de incompetencia… a veces con una irritabilidad
evidente. En el proceso, pueden instalarse trastornos psicosomáticos (dolor de
cabeza, de espalda, problemas digestivos,…..) por lo que las interrupciones del
trabajo por salud se multiplican. Si las cosas continúan así, es la depresión
que termina por instalarse,…
En
caso de que tuvieras dudas sobre si estás propenso a desarrollar un burn-out, encontraras
aquí algunas preguntas que te ayudarán a identificar ciertos signos:
·
Te
sientes cansado fácilmente y tienes con frecuencia dificultades para levantarte
por las mañanas?
· Tienes
la impresión de trabajar cada vez más, mientras que tu rendimiento disminuye
constantemente?
·
Tienes
la impresión de que tus esfuerzos son raramente reconocidos?
·
Tienes
una actitud de impotencia y desengaño?
·
Te
ocurre de olvidarte de tus citas?
·
Estás
mas irritable que de costumbre?
·
Ves
cada vez menos a tu familia y amigos íntimos?
Si
haz respondido positivamente varios a varias de estas preguntas, es que probablemente
estés con riesgo de desarrollar el burn –out y que tienes que hacer un alto y
buscar ayuda antes de que se agraven los problemas.
Para
salir del Burn-out es indispensable de buscar ayuda profesional y hacer una psicoterapia,
si posible de tipo cognitivo-conductual. El tratamiento pasará por aprender a
gestionar las causas del estrés y recentrarse sobre uno mismo, a fin de evaluar
sus aspiraciones profesionales profundas y también sus limites. Descubrir sus
centros de interés y fijarse objetivos realistas. Restablecer la comunicación
con su entorno familiar y social, reaprender a trabajar en equipo y desarrollar
relaciones normales con sus colegas. Aprender a poner límites, decir “no” a
muchas cosas que le sobrecargan. En resumen, es ocuparse de si mismo y lograr un
equilibrio entre trabajo, salud y familia, a fin de volver a encontrar la alegría de
vivir!.
El stress nuestro de cada día
Cada
vez son más raras las personas que pueden asegurar que no se sienten
estresadas. En todas las actividades que realizamos somos susceptibles de tener
estrés: en el trabajo (por una sobrecarga de trabajo, horarios difíciles,
presión por resultados, falta de competencias individuales,…), el hogar (por dificultades
financieras, sobrecarga de tareas sobre una persona, desencuentros con los
hijos o la pareja,…), en el barrio en el que vivimos (por ruidos, inseguridad,
contaminación,…), en los medios de transporte (ruidos, aglomeración de gente,
largas distancias,…) , en las relaciones sociales de todo tipo,… etc.
El
estrés es una demanda, estimulación o agresión que recibe nuestro organismo y
ante la cual tiene que responder, por ejemplo: cuando nos piden de realizar un
trabajo, tenemos que pagar una cuenta, tenemos que trabajar y estamos cansados,
cuando escuchamos un ruido demasiado alto,… etc. Cuando esa demanda es
coherente con nuestra capacidad de
respuesta (más o menos a nuestra medida), decimos que es un buen nivel de
estrés que nos permite hacer las cosas bien (por ejemplo la convicción de ganar
un campeonato le permite a un deportista de obtener buenos resultados), sin
embargo, cuando el estrés es demasiado elevado respecto a las capacidades de
respuesta (ganar un partido cuando no se está suficientemente preparado, por
ejemplo) decimos que estamos ante una situación de estrés que se torna
negativa.
El
estrés no es bueno ni malo en sí mismo, es más una cuestión de intensidad y
permanencia en el tiempo. Un poco de estrés nos agrega “sabor” a la vida,
porque el aburrimiento y la monotonía también generan estrés (por ausencia de
estimulación). Cuando el estrés que soportamos es de una intensidad demasiado
importante para nuestras capacidades de respuesta estamos ante un caso de
sobrecarga de estrés y si esa situación se hace crónica (permanece en el
tiempo) nos va a generar toda una serie de síntomas físicos y psicológicos que
van a hacer que nuestra eficiencia y productividad general disminuya, así como
nuestra calidad de vida; progresivamente
iremos sintiendo cada vez más síntomas, hasta llegar a desarrollar el síndrome del
“quemado” (colapso extremo de síntomas), si no lo tratamos a tiempo.
Los
síntomas que a menudo se observan son numerosos, entre ellos podemos citar:
pérdida de apetito (un comportamiento anoréxico o por el contrario a crisis de
boulimia); problemas de concentración y memoria; desmotivación (pérdida de interés por muchas
cosas), fatiga general, tensión y dolores musculares (cefaleas, contracción y
fatiga de mandíbulas y la nuca,…); ansiedad (problemas de respiración, palpitaciones,
tendencia a morderse las uñas, angustias,…); espiral cognitivo negativo (estoy
estresado, pienso en mi estrés, me estreso más y pienso aún más,… etc); aparición
o aumento de comportamientos adictivos (tabaco, alcohol, drogas, medicamentos,…),
aumento de crisis de asma (en personas que lo sufren), problemas de estómago (aerofagia,
gastritis, estreñimiento o diarreas, ulceras,…etc.) , trastornos graves de
salud a nivel cardiaco y arterial (pudiendo generar accidentes vasculares);
aparición de resfriados y problemas bronquiales a repetición, problemas
sexuales (pérdida de la libido); problemas de la piel (herpes, agravación de
psoriasis y verrugas pre-existentes).
Si
comienza Ud. a sentir algunos de esos síntomas, dígase es que es tiempo de parar
un momento y reordenar su vida: comience por tener una alimentación equilibrada
(con muchas frutas, verduras y productos sanos que le aporten vitaminas y sales
minerales); hacer pausas en su actividad para relajarse (cambio de actividad,
siesta, actividades de esparcimiento); practicar una actividad física (deporte
o ejercicio regular); aprender a hacer más lenta su respiración; hacer el
esfuerzo de ponerse objetivos razonables
y realizables ; tratar de relativizar las cosas que le ocurran,…etc.
Evite
consumir medicamentos y experimentos diversos que apuntar a “curas - milagro”,
que no son eficientes realmente. Es usted el que tiene que retomar el control
de su propia vida. Si no logra disminuir su estrés con las recomendaciones que
acaba de leer, haga una psicoterapia de tipo cognitivo –conductual que ayudará
a lograrlo de manera más sostenible.
Los riesgos de los juegos de dinero
Todos alguna vez
nos hemos dejado atraer por un juego de dinero, un billete de Loteria, una
apuesta en una carrera de caballos, poker, máquinas “tragaperras”,…. Algunos
han convertido el juego en una pasión, otros en una adicción. Los jóvenes y las
personas frágiles (que ya se han “enganchado” a alguna adicción como: alcohol,
tabaco, video juegos, teléfono móvil,…), deben ser particularmente vigilados porque
tienen mayores probabilidades de desarrollar una adicción también de este tipo.
Por la situación
de crisis económica global, parece ser que el número de personas que juegan por
dinero se está incrementando, lo que representa un real riesgo adictivo para la
sociedad, y debiera ser controlado en lugar de volver cada vez es más fácil el
acceso a todo tipo de juegos: múltiples loterías, casinos, máquinas tragaperras
en prácticamente todos los bares, juegos de poker entre amigos, apuestas por
internet,…etc. Cabe señalar que, la excitación por ganar es un fenómeno muy
peligroso y nadie está libre de dejarse atrapar por la adicción, porque todos tenemos
ciertos factores de predisposición a la adicción, pero ciertos los desarrollan
más que otros.
Algunas personas
se inician en el juego por la búsqueda de placer o de excitación porque sienten
que tienen una vida monótona y se aburren (“mi vida no tiene sentido”, “le
falta sal a mi vida”, “todo es demasiado normalito”…); otros lo hacen para “ganarse
algo” rápidamente (“es la crisis, hay que ver de donde se saca algo”) y es
justamente cuando comienzan a ganar que aparece la excitación que esperaban y
el dinero fácil que necesitaban; y rápidamente se van convenciendo que tienen “ciertas
cualidades” que les permite ganar (“soy fuerte en eso”, “yo le gano a la máquina”,
“soy un tipo con suerte”, “soy bueno leyendo las expresiones de la gente,
observándoles adivino las cartas que tienen”, … etc. son algunas de las expresiones
que escuchamos en nuestros pacientes dependientes), y es esa “impresión” de ser
excepcional que representa un factor que facilita el desarrollo de la adicción.
Todos sabemos de
que son juegos de azar, que las posibilidades de ganar o perder no dependen de
la habilidad de jugador sino exclusivamente del azar (los premios están
determinados por la probabilidad estadística de acertar la combinación correcta)
y que cuanto mayor es el premio, menores son las probabilidades de ganar (y eso
lo conocen bien los jugadores!), pero ocurre que cuando van ganando se van excitando
y luego cuando pierden, se opera en ellos, un defecto de percepción por el que
dan mayor atención a “ese algo” excepcional que supuestamente tienen en ellos y
que hará que ganen, y que “recuperen” esa pérdida,…; y es esa perspectiva de
recuperar lo que se perdió que le lleva rápidamente a “engancharse” y entrar en el circulo vicioso de la adicción
al juego.
A veces nos
preguntan por el perfil que tienen los adictos al juego, pero eso es variable;
aunque una constante que vemos en ellos es la falta de placer que tienen en la
vida, son gente que se aburre, más que tener ansias de ganar dinero. Encontramos
una mayoría de hombres en los juegos de
casino, o poker,….., aunque también muchas mujeres de edad mayor que se han
convertido en adictas y pasan varias horas por día a jugar en los casinos y
perder todos los ahorros de su vida. Entre los pacientes que vienen a terapia,
podemos decir que los jóvenes de entre 18 y 25 años tienen problemas menos
arraigados que los jugadores de larga data que pasan los 40 años.
Cabe señalar que, no todos los que juegan son adictos, es posible que haya gente que juegue porque le guste y que va de vez en cuando a jugar a un casino, o compra un billete de lotería,… y que tiene un límite de tiempo y de dinero para jugar, y que por ningún motivo sobrepasa su límite establecido; pero si no logra pararse cuando lo estableció es que tiene un problema, en ese caso debe cortar con toda actividad de juego y si tiene comportamientos adictivos, debe buscar ayuda con toda urgencia. En ese caso, se requiere una psicoterapia cognitivo-conductual y el apoyo de la familia para salir de esa encrucijada
Interesante sistema para identificar y actuar sobre los problemas genitales de la mujer
Realmente muy interesante
este enlace del familydoctor.org que me apresuro en compartirlo con vosotras. En
el se ilustra claramente un sistema sencillo que permite identificar y saber
cómo actuar ante los problemas genitales que tenemos, de vez en cuando, la mayoría
de las mujeres. Es realmente una
herramienta de consulta que debe tenerse a la mano para cuando se requiera algo
de información al respecto.
Las diferentes etapas de
vida por las que atravesamos las mujeres, pueden generarnos una serie de problemas
genitales que afectan a nuestro bienestar general; estos pueden estar vinculados
a los ciclos menstruales, a la actividad sexual, a algunas infecciones, los métodos
de control de natalidad, los cambios post embarazo, al envejecimiento,... etc.
Os sugiero de visitar el
enlace y pasar en revista las situaciones de urgencia y sus síntomas,… y de ser
necesario consultar a su médico, un tratamiento oportuno evitará problemas
mayores!.
Los “fallos” sexuales en los hombres pueden estar vinculados a otros problemas.
Los “fallos” sexuales (como los llaman algunos
pacientes) a la ocurrencia de problemas de erección* (ausencia total de
erección o erección insuficiente) y la eyaculación
precoz*, son dificultades que la mayor parte de hombres ha sufrido alguna vez
en su vida, hecho que no es grave en sí, porque puede tratarse de problemas
ocasionales vinculados a situaciones externas o al estado físico y mental de la
persona. Es cuando esos “fallos” se hacen frecuentes que se convierten en un
problema que afecta la calidad de la vida sexual y el bienestar general de la
persona que lo sufre, y que debe ser motivo de tratamiento.
Si antes, éste era un tema tabú,
del que no se hablaba porque se lo vinculaba con la virilidad del hombre al que
le ocurría; hoy la realidad es otra, existe una apertura mental en la sociedad,
que permite hablar de todos los temas que preocupan, por lo que actualmente son
muchos los hombres que reconocen haber tenido alguna vez estos problemas. Aunque
no hayan muchas estadísticas sobre la incidencia de problemas sexuales en la
población general, se puede afirmar que no tiene vinculación alguna con la
virilidad del hombre y que son otros los factores que entran en juego.
Cuando en la pareja se viven
estos problemas, lo primero que se debe hacer es consultar con su médico tratante
y hacer los exámenes necesarios para descartar problemas físicos que estarían
generando tanto el problema de erección como
el de la eyaculación precoz. Los especialistas refieren toda una serie de
causas orgánicas (físicas) que pueden estar al origen es estos problemas, por
ejemplo: la hipertensión arterial , la diabetes, el exceso de colesterol en la
sangre (depósitos de grasa en las arterias cardiacas), síndrome metabólico
(anomalías secundarias a la acumulación de grasas bajo la piel, conocido
también como la resistencia a la insulina), el avance de la edad, el consumo excesivo
de alcohol, de tabaco, de algunos fármacos (como los antidepresivos, las
benzodiacepinas, …),…. ; lo que permite inferir la necesidad de llevar un estilo de vida saludable para tener una vida
sexual satisfactoria.
Cuando se han descartado los
problemas físicos y que se siguen teniendo esos problemas, entonces se debe consultar
un(a) psicoterapeuta o sexólogo(a), a fin de identificar las causas
psicológicas, que pueden ser igualmente numerosas que las causas orgánicas; desde problemas de educación demasiado
estricta y poca información sobre el sexo, una sobrecarga de estrés por (problemas
económicos, laborales,.. etc), la ansiedad de no estar a la altura de las
circunstancias (por tener expectativas demasiado altas), tener desencuentros en
la relación afectiva con su pareja, problemas de comunicación (conflictos no
expresados ni resueltos), infidelidad,… etc.
Si bien es cierto que, en la
vida de pareja el sexo no es lo más importante, se debe reconocer que él permite
una cohesión afectiva de ambos y que de ocurrir frecuentemente un problema sexual,
éste llegará a afectar no solo el grado de satisfacción de la vida en pareja,
sino también a acentuar la gravedad de
otros problemas relacionales que existan.
Finalmente, es preciso
señalar que la actitud de la pareja es básico para que el problema se instale,
o no, en la vida de la persona. Si la primera vez que ocurre, la pareja no
dramatiza y expresa claramente que no es grave, que eso es pasajero y que se
resolverá en cualquier momento, son menores las posibilidades de convertirse en
un problema que afecte su autoestima y le haga ingresar en una espiral de
ansiedad. En caso de que el problema ya sea recurrente y esté afectando la vida
sexual de ambos, se requiere hablar claramente sin dramatizar y tomar la
decisión de buscar ayuda profesional para resolverlo que, como decía antes, es hacer
un chequeo médico para descartar las causas orgánicas y una psicoterapia en el
que la participación de la pareja es necesaria.
Tener amigos mejora nuestra salud física y mental
A lo largo de la historia se ha exaltado siempre el valor de la amistad
en las relaciones interpersonales, de ese vínculo afectivo que construimos con una
o más personas y que es un importante soporte psicológico para enfrentar las dificultades
que encontramos en el decurso de la vida. Hecho que podemos todos confirmar desde
nuestra propia experiencia de haber tenido amigos con los que hemos compartido alegrías,
sueños, preocupaciones,.. y que nos hemos acompañado, mutuamente, en los
momentos duros que nos tocó vivir.
El mundo científico
ratifica esa misma perspectiva, con numerosas investigaciones que dan pruebas
de que el hecho de tener amigos cercanos ayuda a mejorar nuestro estado de
ánimo (la alegría y el buen humor de los amigos son más contagiosos que la
tristeza ), a mantener buenos hábitos de vida, de alimentación y disposición a
realizar una actividad física (dejar de fumar u otra adicción, hacer un régimen
y tener una actividad deportiva,… son mejor llevados cuando se hace con amigos),
a recuperarnos después de una enfermedad (las personas que están rodeadas de
amigos cercanos se recuperan más rápido después de una intervención quirúrgica y
sienten menos dolor que los que están aislados socialmente), a envejecer mejor
(se mantienen en mejor forma y viven más tiempo).…..
Según los expertos, los amigos tendrían mayor influencia que la
pareja, en el desarrollo de nuestras habitudes de vida, probablemente por una
comparación social implícita que existe primero con el mismo sexo y que hace
que las personas, sin darse cuenta, se comparen a sus amigos y vayan progresivamente
modificando sus costumbres, llegando a reforzar algunos gustos compartidos,
respetando a su vez sus diferencias, para constituir un pequeño grupo en el
cada uno tiene su espacio y se enriquece del contacto con los demás.
Según Maslow, todos los seres humanos tenemos una necesidad
básica de sentir que pertenecemos a un grupo, que somos reconocidos dentro de
él y que estamos relativamente rodeados de un cierto ambiente afectivo, y esto
se ve en toda etapa de la vida. En los niños, el tener un amiguito cercano en
clase les ayuda a soportar mejor cualquier dificultad, pena o llamada de
atención que pudiera tener en la escuela o en otro contexto. En los jóvenes el
pertenecer a un grupo de amigos para realizar actividades deportivas, sociales
y afectivas hace que su entrada en el mundo de los mayores se haga sin
dificultad y tiene además, un efecto preventivo de la depresión y otros
problemas psicológicos.
En el caso de adultos, el mantener activas sus redes de amigos, les
permite realizar diversas actividades sociales que le ayudan a disminuir el
estrés acumulado en el trabajo o en la casa; el salir a tomar un café con
amigos, el conversar sobre sus preocupaciones, o simplemente el reír y pensar a
otras cosas,… hace que la persona regrese con otro estado de ánimo y que la
calidad de tiempo que de en casa y en el trabajo, sea mejor.
En la etapa de
envejecimiento, los amigos contribuyen a mantener el cerebro activo y a vivir
mayor tiempo y en mejor estado físico y mental que los que están aislados
socialmente, porque se sienten bien en un grupo al que pertenecen y en el que
comparten los valores, los intereses, y las pequeñas cosas que le producen
placer. Esa identidad de grupo positiva repercute en su identidad personal y refuerza
su autoestima. Se siente útil y apreciado, razón por la que aconseja de mantener
al adulto mayor en su propio entorno, en lugar de ponerlos en residencias
alejadas de su entorno estimulante habitual (salvo en casos en los que se
requiera una atención médica especializada obviamente!)
Concluyo recomendando que, así parezca que pierde el tiempo de trabajo o
la familia, no deje de frecuentar a sus amigos, pues es un capital social y psicológico
que le hará la vida más agradable y le ayudará a atravesar dificultades. Por lo
que le doy algunas pautas a tener en cuenta:
No escogemos a nuestra familia de origen, pero sí tenemos la libertad de escoger a nuestros amigos. Tómese el tiempo para conocer a la gente y elegir con quienes va a construir esa relación que acompañará su vida; y no se acostumbre a cambiarlos rápidamente.
No busque la perfección en sus amigos porque no hay perfección en el mundo, ni trate de descubrir defectos en ellos, porque podría quedarse solo. Todos somos falibles, y es la fuerza de la amistad y el afecto que cultivaran, que le ayudarán a superar las deficiencias y respetar las diferencias en una complementaridad enriquecedora para todos.
La amistad se basa en la confianza mutua, haga el esfuerzo de cultivarla. Recuerde el antiguo refran que dice "a un amigo se le honra cuando está presente, se le valora cuando está ausente y se le asiste cuando lo necesita". Un verdadero amigo es aquel que sigue a su lado, incluso cuando no le queda nada más que ofrecer que su compañía y eso debe ser recíproco.
No escogemos a nuestra familia de origen, pero sí tenemos la libertad de escoger a nuestros amigos. Tómese el tiempo para conocer a la gente y elegir con quienes va a construir esa relación que acompañará su vida; y no se acostumbre a cambiarlos rápidamente.
No busque la perfección en sus amigos porque no hay perfección en el mundo, ni trate de descubrir defectos en ellos, porque podría quedarse solo. Todos somos falibles, y es la fuerza de la amistad y el afecto que cultivaran, que le ayudarán a superar las deficiencias y respetar las diferencias en una complementaridad enriquecedora para todos.
La amistad se basa en la confianza mutua, haga el esfuerzo de cultivarla. Recuerde el antiguo refran que dice "a un amigo se le honra cuando está presente, se le valora cuando está ausente y se le asiste cuando lo necesita". Un verdadero amigo es aquel que sigue a su lado, incluso cuando no le queda nada más que ofrecer que su compañía y eso debe ser recíproco.
¿Podemos tener un divorcio exitoso?
Cuando leemos la pregunta parece imposible el tomar
con un relativo éxito un camino alternativo al proyecto de vida que iniciamos
con una persona a la que amamos y a la que nos unimos en matrimonio con la idea
de estar juntos “hasta que la muerte nos separe”, y que luego con el tiempo y esas cosas
extrañas que tiene la vida llegamos a
constatar que ya no podemos ser felices juntos, por razones diversas (rutina,
infidelidad, …) y propias a cada una de las parejas que se separan, que son muchas
(en algunos países llegan hasta los 2/3 de las parejas que se casan, aunque el
contexto actual de crisis económica pareciera estar llevando las cifras a la
baja).
El proceso de divorcio es similar
al del duelo, y pasa por las mismas etapas. Primero, viene el rechazo a creerlo
posible, luego vienen los sentimientos de cólera (con ganas de destruir todo lo
que nos recuerda la vida común), abandono e impotencia. Luego se instala la
tristeza y los periodos de llantos, hasta llegar a integrar en la mente la
realidad del divorcio, del que hay que ocuparse de sus detalles. Luego de un
tiempo, en que las emociones se decantan y se tiene que vivir el día a día con energía,
viene la etapa de retomar el control de su vida y continuar en un camino diferente,
probablemente rehaciendo su vida con un amor diferente o un entorno social que
le permita seguir avanzando por la senda de la vida, con satisfacciones y
proyectos propios.
Veamos los factores que hay que
tener en cuenta, cuando se está frente a una situación de divorcio inminente:
Aunque no puede decirse que haya
una situación ideal, sería preferible de que una vez que uno o los dos
conjugues piensen en el divorcio, hagan el esfuerzo de consultar no con un
abogado (que es lo que erróneamente se piensa en primer lugar) sino con un psicoterapeuta de parejas, para
ver con este profesional si hay posibilidades de salvar el matrimonio, analizar
los problemas y ver si se pueden modificar algunas cosas y reconstruir la
relación, o de lo contrario preparar un divorcio tratando de examinar todos los
aspectos en juego (afectivos, sociales y materiales) y llegar a tener un divorcio
, aunque no podamos llamarlo “exitoso” porque es la negación o ruptura de un
proyecto de vida, por lo menos satisfactorio y lo menos traumático posible para
todos (la pareja que divorcia , los niños que son afectados por ese cambio, los
familiares, los amigos,…).
Cuando se ha tomado la decisión,
lo primero que hay que hacer es hablar lo más claramente posible con los hijos
(utilizando un lenguaje claro y accesible a ellos en función de las edades),
sobre la decisión que están tomando, sin culpabilizar a uno u otro conjugue
(por más difícil que esto resulte!), y sobre todo dejando bien en claro que no
es culpa de los hijos; que ese es un asunto entre los adultos de la pareja.
Asimismo, hablarles de todos los cambios que se darán (cambios de colegio, de
casa, de habitación,…), y hacer el esfuerzo de responder a todas sus inquietudes,
dejando muy claro que sus padres siempre los seguirán amando.
Informe de igual manera a la
familia cercana y los amigos más cercanos. Hágalo de una manera clara aunque
sin dar demasiados detalles que puedan mostrar como responsable a uno u otro.
No intente que tomen partido por usted, simplemente infórmeles para que puedan
apoyarle cuando necesite soporte en algún momento.
Trate de evitar discusiones
acaloradas delante de los hijos, son discusiones que ya no aportan nada a la
realidad, y trate de conservar la “cabeza
fría” para arreglar los detalles más concretos. No entre en una guerra por
cuestiones de dinero o búsqueda de revancha; con la ayuda del psicoterapeuta o un mediador
(que puede ser el mismo psicólogo o un abogado, que sería el mismo para ambos) se puede llegar a un entendimiento a la
amigable, examinar los gastos que tendrán que asumirse,… y demás detalles necesarios
para hacer el cambio menos drástico.
Recuerde que los niños “necesitan
amar tanto al padre como a la madre”, así que evite de desacreditar al otro (así
sea difícil, no hable mal de él!), de enviar mensajes a través de los hijos (utilice
el teléfono o el E-mail si se quiere comunicar, nunca a través de los hijos!) o
utilizarlos de espía para saber lo que pasa en el otro lado, porque solo les
generará innecesariamente malestar e inseguridad, lo que podría afectarles en su
vida futura.
Finalmente, si usted está en el
entorno de una pareja de que se separa, no tome partido por uno de ellos,
porque nadie sabe lo que pasa al interior de la pareja; a lo más, escúcheles a ambos y sugiérales de ir a terapia
de pareja, donde puedan ver con mayor claridad si hay posibilidades de
reconciliación y de reconstrucción de la pareja o para preparar un divorcio más
tranquilo y menos traumático para todos.
Información en: www.cleliagalvez.com
La envidia en las relaciones sociales
Muchos se quejan de las molestias
que ocasiona la envidia, de algunas personas, en sus relaciones familiares y
sociales, que se ve reflejada en los
comentarios desagradables de algunas personas que tienen el arte de “poner el
dedo en la llaga” o de ver el detalle negativo que puede desacreditar a una
persona y arruinar el ambiente de cualquier reunión social. Cabe señalar que, cuando aquí hablamos de
envidia no nos referimos a esa envidia “sana” que puede motivar a las personas a
perseguir sus objetivos para tener el mismo éxito de otras personas a las que
observa, sino a la envidia “nefasta”, o “patológica” que corroe las relaciones
sociales.
La envidia, es ese
sentimiento (tristeza, frustración,…) o estado mental (de pesar o dolor
psicológico) en el que se encuentra una persona (que tiene netos problemas de autoestima) frente al éxito ajeno.
Es como si esa imagen positiva del otro, le renviara un mensaje en retorno que
le recuerda su propia situación de vulnerabilidad (o inferioridad), por no poseer
lo que el otro tiene (bienes, cualidades, éxito,…) y que siempre quiso tener; ocasionándole
un dolor interno o malestar como si le hubieran agredido, a lo que responde disminuyendo
el éxito percibido o agrediendo simplemente, para encontrar la calma perdida.
Pocas
son las personas que se dan cuenta que ese estado mental les ocasiona
sufrimiento, y menos aún las personas que quieren deshacerse de ese problema,
que describe claramente Sofía: “Yo no he hecho
cosas malas en la vida, pero siempre
estuve envidiosa de los demás. Cuando alguien hace algo mejor que yo, me siento
herida y envidiosa. Cuando escucho que una persona ha realizado buenas acciones,
siempre las pongo en duda, pero, cuando escucho que alguien ha hecho cosas
malas, siempre lo doy por cierto y casi me alegro por ello. Cuando veo que otras
personas reciben cosas positivas (halagos, ventajas, premios,…), siento como si
yo hubiera sufrido una gran pérdida. Pero cuando veo que los otros pierden algo,
tengo la impresión de haber ganado una fortuna”.
Nos
podemos preguntar, pero ¿cómo es que llegamos a construir esos sentimientos en
nosotros?, que a veces vemos como rasgos casi familiares, con padres que van
criticando a los que tienen las cualidades que ven como ideales y que ellos no
poseen,… a los que tienen éxito, a “los ricos”, “los otros”; lo que incluso hace parte del saber popular a través
de chistes como este: a un niño le preguntan en clase sobre lo que quiere ser
cuando sea grande, a lo que él contesta “quiero
ser un desgraciado”, y explica que tiene un vecino con dinero, coches, una esposa
bonita, una casa bonita,… y cada vez que pasa por la calle, él escucha a sus padres decir: “allí va el desgraciado”,…!.
Cuántos
casos de envidia nefasta se ahorraría la sociedad (porque se la observa a todo
nivel) si los padres tuvieran más cuidado en mostrar lo positivo del éxito ajeno
(como un modelo a replicar), en lugar de promover el “resentimiento social”
ante los ricos y ante toda persona que logra más éxitos materiales que ellos,
lo que obviamente es disfrazado por las ideologías “progresistas” de todo tipo,
que van dando justificación a una actitud de envidia y reivindicación a
reproducir a través de generaciones, ocasionándoles más sufrimiento personal
porque les provocará una centración excesiva sobre lo negativo, y una amargura
por no poseer lo que otros poseen.
No
quiero terminar este artículo, diciendo que porque venimos de familias donde se
cultivó la envidia, ya somos envidiosos, sino alertando a los que tenemos hijos
para darle mayor atención a los mensajes que reciben de nosotros (las cosas que
les decimos) y sobre todo de nuestras acciones (es actuando que marcamos más el
comportamiento de nuestros hijos), además de decir a las personas que sufren de
ese problema, que es posible de vencer la envidia, con algo de paciencia y
esfuerzo. Para ello, es necesario observar en nuestro accionar (si posible,
incluso anotarlo), ¿cuantas veces hemos sentido envidia? y ¿por qué razones?, ¿qué
miedos estuvieron detrás de esos sentimientos?. A veces son provocados por pensamientos
sueltos que pasean por nuestra mente, … veamos unos ejemplos: “no es justo que María tenga derecho a más vacaciones
pagadas que yo”, “los hijos de Juan han
hecho buenos estudios, quisiera que los míos lo hagan mejor, porque yo soy
mejor padre que él”, “ Robert acaba
de comprarse un nuevo coche, seguro que ha hecho algo malo para conseguir
dinero”, “es Carolina que ha tenido
el aumento de sueldo, pero yo era la que me lo merecía”,…
La
mejor estrategia para deshacerse de la envidia es aceptarse plenamente a sí
mismo. Por lo que le sugiero que trate de ver (y anotar, porque así es más
concreto) cuales son las cosas que ya ha logrado en la vida (familia, salud, trabajo,…)
y las que tiene en camino de lograr; y
sobre todo haga el esfuerzo de aceptarse a si mismo con sus cualidades y sus defectos
(o aspectos a mejorar), pero sin compararse con los demás, porque siempre encontraremos
personas que hayan logrado más (o menos) cosas que nosotros. Por otro lado, si ha identificado los miedos
que están detrás de sus pensamientos de envidia trate de enfrentarlos y
superarlos, sino le es posible, consulte a un psicólogo que pueda ayudarle.
La espiritualidad y nuestra salud mental
La espiritualidad es cada vez más reconocida, en los cuidados de salud física y mental, como un factor que puede contribuir a prevenir, curar o enfrentar la enfermedad. Hace unas décadas solo se reconocía ese aspecto en los servicios de “cuidados paliativos” (enfermedades terminales), sin embargo la práctica clínica nos hace reconocer que los valores espirituales o religiosos y los objetivos de vida que tienen los pacientes, les aportan una contribución innegable a su salud física y psíquica así como a su satisfacción de vivir.
Podemos citar innumerables casos de personas que luego de haber vivido una experiencia de vencer una enfermedad grave han cambiado su perspectiva de vida y se reconocen como personas religiosas practicantes o espirituales. Asimismo, observar que personas con perspectiva espiritual o religiosa pueden entender con mayor facilidad los límites de la ciencia médica (en caso de enfermedades raras o graves), o en casos de pérdida de sus seres queridos, hacer su trabajo de duelo en menor tiempo (dado que pueden explicarse muchas cosas y encontrar consuelo en su fe) comparado a lo que sucede con ciertas personas “escépticas” que tienen mayor dificultad a integrar una pérdida de un ser querido pues los confronta a la “nada” existencial.
La espiritualidad entendida como lo hacen algunos autores (Carson, 1989), es un concepto a dos dimensiones: la dimensión horizontal o existencial que tiene que ver con los valores inherentes a las relaciones humanas y con las actividades que le dan sentido a la vida, y la dimensión vertical o religiosa que hace referencia a una relación con lo trascendental o un Ser supremo. Reconociendo que en una misma persona, la vida espiritual no siempre se desarrolla en ambas dimensiones. Ciertas personas van a concentrarse sobre la dimensión horizontal y a privilegiar los valores de amor, de amistad y de sentido de la vida, sin considerar jamás la relación con lo transcendental. Por otro lado, otras personas profundamente religiosas se interesaran casi exclusivamente a la relación con el infinito, olvidando de cultivar la dimensión existencial u horizontal de la espiritualidad.
La religión, sería entendida como un conjunto específico de creencias y prácticas de un grupo organizado de confesión (católica, protestante, judía, musulmana,...); mientras que la espiritualidad tendría una connotación más individual (que puede ser “mística” o no), siendo a menudo definida por las personas como el sentido de la paz, de relación con los demás y de creencias relativas en el sentido de la vida.
Si nos interesamos al bienestar general de las personas, podríamos inferir que sea cual fuere la perspectiva espiritual o religiosa que se tenga, deba tratarse, en lo posible, de ser coherentes con ella, a fin de armonizar su vida con ese eje importante que direcciona sus acciones más nobles. Pues , contrariamente a lo que se espera, muchas veces se observan personas muy religiosas que pertenecen a asociaciones religiosas (“hermandades”, “cofradías”, “templos”…) o espirituales (“fraternidades”,…) que están enfrascadas en conflictos y luchas por el poder o por el dinero que les hace perder el sentido primigenio por el que abrazaron su fe religiosa o perspectiva espiritual, llegando a desnaturalizar el sentido de la asociación y realizar ritos con otros objetivos (figuración social, poder, dinero,…etc.) que en lugar de permitirles elevarse psicológicamente y armonizar su vida, las reduce a preocupaciones bien domésticas que generan malestar y frustraciones y les hacen desperdiciar ese valor profundamente positivo que podría ayudarles a ver la vida con ojos de esperanza y tener la fuerza de enfrentar los retos cotidianos.
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