Los “fallos” sexuales (como los llaman algunos
pacientes) a la ocurrencia de problemas de erección* (ausencia total de
erección o erección insuficiente) y la eyaculación
precoz*, son dificultades que la mayor parte de hombres ha sufrido alguna vez
en su vida, hecho que no es grave en sí, porque puede tratarse de problemas
ocasionales vinculados a situaciones externas o al estado físico y mental de la
persona. Es cuando esos “fallos” se hacen frecuentes que se convierten en un
problema que afecta la calidad de la vida sexual y el bienestar general de la
persona que lo sufre, y que debe ser motivo de tratamiento.
Si antes, éste era un tema tabú,
del que no se hablaba porque se lo vinculaba con la virilidad del hombre al que
le ocurría; hoy la realidad es otra, existe una apertura mental en la sociedad,
que permite hablar de todos los temas que preocupan, por lo que actualmente son
muchos los hombres que reconocen haber tenido alguna vez estos problemas. Aunque
no hayan muchas estadísticas sobre la incidencia de problemas sexuales en la
población general, se puede afirmar que no tiene vinculación alguna con la
virilidad del hombre y que son otros los factores que entran en juego.
Cuando en la pareja se viven
estos problemas, lo primero que se debe hacer es consultar con su médico tratante
y hacer los exámenes necesarios para descartar problemas físicos que estarían
generando tanto el problema de erección como
el de la eyaculación precoz. Los especialistas refieren toda una serie de
causas orgánicas (físicas) que pueden estar al origen es estos problemas, por
ejemplo: la hipertensión arterial , la diabetes, el exceso de colesterol en la
sangre (depósitos de grasa en las arterias cardiacas), síndrome metabólico
(anomalías secundarias a la acumulación de grasas bajo la piel, conocido
también como la resistencia a la insulina), el avance de la edad, el consumo excesivo
de alcohol, de tabaco, de algunos fármacos (como los antidepresivos, las
benzodiacepinas, …),…. ; lo que permite inferir la necesidad de llevar un estilo de vida saludable para tener una vida
sexual satisfactoria.
Cuando se han descartado los
problemas físicos y que se siguen teniendo esos problemas, entonces se debe consultar
un(a) psicoterapeuta o sexólogo(a), a fin de identificar las causas
psicológicas, que pueden ser igualmente numerosas que las causas orgánicas; desde problemas de educación demasiado
estricta y poca información sobre el sexo, una sobrecarga de estrés por (problemas
económicos, laborales,.. etc), la ansiedad de no estar a la altura de las
circunstancias (por tener expectativas demasiado altas), tener desencuentros en
la relación afectiva con su pareja, problemas de comunicación (conflictos no
expresados ni resueltos), infidelidad,… etc.
Si bien es cierto que, en la
vida de pareja el sexo no es lo más importante, se debe reconocer que él permite
una cohesión afectiva de ambos y que de ocurrir frecuentemente un problema sexual,
éste llegará a afectar no solo el grado de satisfacción de la vida en pareja,
sino también a acentuar la gravedad de
otros problemas relacionales que existan.
Finalmente, es preciso
señalar que la actitud de la pareja es básico para que el problema se instale,
o no, en la vida de la persona. Si la primera vez que ocurre, la pareja no
dramatiza y expresa claramente que no es grave, que eso es pasajero y que se
resolverá en cualquier momento, son menores las posibilidades de convertirse en
un problema que afecte su autoestima y le haga ingresar en una espiral de
ansiedad. En caso de que el problema ya sea recurrente y esté afectando la vida
sexual de ambos, se requiere hablar claramente sin dramatizar y tomar la
decisión de buscar ayuda profesional para resolverlo que, como decía antes, es hacer
un chequeo médico para descartar las causas orgánicas y una psicoterapia en el
que la participación de la pareja es necesaria.
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