Al finalizar el año, la mayoría de personas está programando sus reuniones festivas, mientras que otros van confrontándose a su soledad y al dolor de vivir con la depresión, una enfermedad muy común pero grave si no recibe un tratamiento oportuno.
La depresión es un trastorno emocional en el que los sentimientos de tristeza profunda, pérdida, ira, frustración, desesperanza,… interfieren con la vida cotidiana durante un tiempo prolongado, causándole sufrimiento tanto a la persona que lo padece como a quienes viven con ella, porque es como si estuviera apagada completamente.
La depresión en adolescentes se manifiesta con tristeza, desánimo, pérdida de la autoestima y pérdida de interés por las actividades placenteras habituales. En los niños, con juegos y comportamientos agresivos. En las mujeres, con sentimientos de tristeza, inutilidad, o culpa excesiva y en muchos casos con tentativas de suicidio. En los hombres, con fatiga, irritabilidad, pérdida de interés en las actividades placenteras y problemas de sueño.
En las mujeres la depresión es más común que en los hombres, por la concurrencia de una serie de factores biológicos (hormonales) y psicosociales (ciclos de vida, estrés del trabajo sumado a las responsabilidades del hogar, maltrato,…). Los hombres enfrentan la depresión mayormente recurriendo al alcohol o a las drogas, a un trabajo excesivo y a comportamientos imprudentes o riesgosos.
En los ancianos, los cambios de vida a los que tienen que adaptarse pueden generar o acentuar la depresión, como el hecho de dejar su hogar e irse a vivir a una residencia para la tercera edad, el soportar un dolor crónico, los sentimientos de soledad por la muerte de su conyugue o sus amigos cercanos, la pérdida de su independencia (problemas para movilizarse, cuidar de sí mismo,…), las enfermedades mentales o físicas que puedan tener.
Veamos los síntomas de la depresión, que no son vividos de la misma manera por todas las personas, pero que en esencia son:
- Sentimientos persistentes de tristeza, vacío, culpa, pesimismo,
- Sentimientos de desesperanza, inutilidad, y/o impotencia,
- Irritabilidad, agitación o enlentecimiento (al hablar, caminar, actuar,…)
- Pérdida de interés en las actividades o pasatiempos que antes disfrutaba,
- Fatiga y falta de energía,
- Dificultad para concentrarse, pensar, recordar y tomar decisiones,
- Insomnio, dormir poco o demasiado,
- Comer excesivamente o perder el apetito (subida o pérdida de peso),
- Pensamientos suicidas o intentos de suicidio,
- Dolores y malestares persistentes, dolores de cabeza, cólicos, o problemas digestivos que no se alivian incluso con tratamiento.
La depresión frecuentemente coexiste con otras enfermedades, como los trastornos de ansiedad (estrés postraumático, trastorno obsesivo-compulsivo, trastorno de pánico, fobia social y trastorno de ansiedad generalizada), el abuso o la dependencia (alcohol u otras sustancias) o con enfermedades físicas (cardiaca, derrame cerebral, cáncer, VIH/SIDA, diabetes, Parkinson,…).
¿Cómo puede ayudar a una persona deprimida?,
1. Ayúdele a buscar un diagnóstico y tratamiento adecuados. Si es posible, pida la cita en su lugar y acompáñela a la consulta.
2. Converse con ella, escúchela con atención y paciencia.
3. Nunca desvalorice sus sentimientos pero háblele de la realidad y ofrézcale esperanza.
4. Nunca ignore los comentarios sobre el suicidio y comuníquelos, de inmediato, a los familiares, terapeuta, o médico.
5. Invítela a integrarse progresivamente a diversas actividades agradables, pero sin presionarle.
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