El Transtorno
Obsesivo Compulsivo (TOC) es uno de los problemas psicológicos más complejos,
invalidantes y de mayor dificultad al tratamiento. Es el que deteriora más la
vida profesional, social y familiar del que lo sufre, por la angustia que provoca
y las reglas cada vez más estrictas que la persona exige a su entorno para
conseguir tranquilizarse temporalmente, lo que no hace más que mantener el
problema y termina por exasperar a su entorno.
Para
entender mejor las “obsesiones”, recordemos una experiencia que todos hemos
vivido alguna vez, cuando después de una disputa o de haber vivido una
situación embarazosa, tuvimos “ideas negras” o “ruminaciones” , que invadieron
nuestra mente, haciéndonos recordar repetidas veces los detalles de la
situación (las palabras que se dijeron, las
que hubiéramos podido decir y no dijimos,… una consecuencia probable de lo que
pasó,…); y que luego, con el paso del tiempo y el curso de la vida
cotidiana, esos pensamientos progresivamente se desvanecieron y llegaron más que a hacer
parte de nuestros recuerdos. En una persona obsesiva, una situación similar se
convierte en un verdadero drama, con “obsesiones” que la perturban por mucho
tiempo, provocándole una angustia importante que no puede regular.
Las
obsesiones, son pensamientos preocupantes (de riesgo, peligro, contaminación,…)
que se imponen en la mente de la persona y le provocan una ansiedad importante;
ansiedad que la persona tratará de calmar realizando unos rituales
(compulsiones) que pueden ser acciones (lavar, verificar, preguntar, …) o pensamientos (repetir frases,
contar,…); sin embargo la calma que consigue es ligera y momentánea, pues entra
en un circulo vicioso que la domina y que con cualquier otro detalle, vuelven a
venir las obsesiones y hacen que su ansiedad sea cada vez más grande, llegando
a ser una angustia con momentos críticos de desesperación, llantos, bloqueo,…
En función
de la manera de realizar los rituales que la persona se siente obligada de
hacer para disminuir su ansiedad, se conocen tres grandes tipos de obsesionales,
que los conocemos como los “lavadores”, los “verificadores” y los “ruminadores”.
Los
“lavadores” tienen miedo a la contaminación por bacterias, secreciones o
fluidos corporales, por lo que se les puede ver lavando las prendas, las manos o
el cuerpo múltiples veces, como nos refiere María “mi esposo evita de tocar las cosas con las manos; lo hace todo con
guantes o con los codos… y si toca algo con las manos se lava muchísimas veces,…
y a mí me obliga a lavarme todo el cuerpo de una cierta manera antes de tener cualquier
contacto íntimo, lo que realmente me enerva tanto, que ya duermo en otra
habitación para no ver todas sus manías antes de dormir”; o Roxana que ha
llegado a construir su casa de tal manera que tiene una sala de ducha al
ingreso de la casa por la que todo debe pasar “ todo lo que viene de la calle tiene que ser lavado, … todas las
personas también, tienen que ducharse y cambiarse de ropa antes de entrar a la
casa, porque las bacterias que vienen de fuera pueden entrar y contaminar todo”,
lo que hace obviamente que no hayan nunca invitados en casa y que los
conflictos entre los miembros de la familia sean frecuentes.
Los
“ruminadores” tienen pensamientos
negativos repetitivos que les provocan angustia, culpabilidad,…. y pasan mucho
tiempo a repetir frases para contrarrestar la angustia que les genera, como
Diana, una dama católica de cierta edad, que cada vez que entra en la iglesia
tiene pensamientos obscenos y blasfematorios que la angustian y culpabilizan, y
que repite frases y oraciones durante
horas para contrarrestar el impacto de lo que pensó, y evitar que algo malo
pueda ocurrir como castigo a lo que pensó .
Los
“verificadores”, que tienen dudas sobre si hicieron bien alguna tarea, para
evitar un peligro (incendio, inundación, quiebra, muerte,…) y verifican
múltiples veces (el grifo del gas, del agua, electricidad, puertas, las
cuentas, textos, el retrovisor mientras conducen,….) sin llegar a estar
completamente seguros de haberlo hecho; como Julio que nos cuenta que “cuando pliego y tengo que hacer las cuentas
y el informe del día, recalculo las cuentas muchas veces para estar seguro que no
hay errores, a veces verifico cifra por cifra, lo que me toma mucho tiempo y
termino muy cansado” , o María que se acuesta muy tarde por la noche porque
verifica muchas veces que las llaves del gas y el agua estén cerrados, los
cuchillos y todo objeto con el que se puedan hacer daño estén bien escondidos…..
Aparte de los rituales mencionados, que son aspectos más impresionantes del
trastorno, hay algunas otras maneras de funcionar de los obsesivos que nos
pueden señalar que estamos frente a un problema que requiere tratamiento: como
la rigidez mental que los caracteriza (exigen que las cosas se hagan de una
cierta manera y no de otra) así encontramos personas que no soportan que las
cosas no estén en su lugar exacto (libros perfectamente alineados en una
biblioteca, los muebles en un cierto orden,…), el perfeccionismo (quieren que
todo sea perfecto por lo que demoran muchísimo en hacer las cosas o a veces
simplemente postergan indefinidamente porque no se permiten cometer errores),
la duda excesiva (se hacen preguntas por todo y tienen dificultad a tomar
decisiones), miedo a ser responsable de problemas para los demás,…. etc. , lo
que hace que el entorno cercano viva con importante malestar a su lado y a
veces los abandonen.
Si usted tiene en su entorno a una persona que sufre de obsesiones, lo
primero que puede hacer es conversar con ella, sin enfrentarla bruscamente, y convencerla
de buscar ayuda profesional, pues de otro modo no encontrará solución a su
problema. Cabe señalar, que en los problemas de ansiedad, esa antigua frase de “el tiempo lo cura todo” no se aplica en
absoluto y más por el contrario, el tiempo profundiza el problema, porque la
persona es presa de un circulo vicioso en el que se entrega a sus rituales y
evitamientos que lo único que hacen es nutrir y mantener el problema, es como
si se echara más el leña al fuego.
Finalmente, sobre el tratamiento del TOC, podemos decir que existen diversas
formas de abordarlo: la psicoterapia, la farmacoterapia y la operación
quirúrgica para algunos casos más graves. Aunque la intervención más eficiente,
de acuerdo a numerosos estudios de investigación, es la psicoterapia
cognitivo-conductual (TCC), y que para los casos más masivos, la TCC ha sido complementada
con antidepresivos (IRSS).
Información en: www.cleliagalvez.com
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